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Tres trucos para darle chispa a tus platos con limón
Te damos ideas para sacarle partido a tus platos gracias al interesante toque ácido del limón europeo.
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La sal no es el único método para potenciar el sabor de tus platos. Los cítricos juegan un papel fundamental en la cocina, ya que permiten aportar nuevos matices a prácticamente cualquier receta a través de sus toques ácidos.
Sin duda, uno de los reyes entre estas frutas es el limón europeo. Ya sea para un pescado en papillot, un pollo al estilo chino, o simplemente para darle un toque especial a cualquier mayonesa. Muchas son las elaboraciones que se pueden beneficiar de unas cuantas rodajas de limón.
Sin embargo, más allá de los métodos más convencionales, existen algunos trucos originales para darle un puntito divertido a tus platos a través del limón europeo. Te damos algunas ideas interesantes:
Sour cream de limón para aromatizar sopas, cremas y caldos
Existen numerosas formas de aromatizar caldos: con especias, con vino oloroso de Jérez… y por supuesto con limón. Unas gotitas de limón potenciarán cualquier plato de sopa y le darán un interesante puntito de acidez. Eso sí, si además de olor y sabor quieres aportar nuevas texturas en boca, te proponemos una alternativa muy popular en países anglosajones y de América Latina: la nata agria.
A diferencia de la nata convencional, la nata agria, o sour cream, presenta toques ácidos y resulta algo más espesa. Se emplea mucho, por ejemplo, mezclada con patatas cocidas o en estofados de carne. En la gastronomía mexicana también se utiliza como salsa para dipear. En la cocina europea se usa frecuentemente para aromatizar y espesar cremas y sopas.
Si quieres sorprender a tus comensales con este original aderezo para caldos, te contamos cómo puedes prepararlo de forma sencilla. Tan sólo necesitarás los siguientes ingredientes:
- Nata líquida para montar, de al menos 20%-30% de materia grasa
- Zumo de limón exprimido
- Alguna hierba aromática fresca (el eneldo le va bien a una sopa)
- Sal
La elaboración no puede ser más simple: basta con juntar en un bol 350 ml. de nata para montar (mejor fría, sacada de la nevera) y dos cucharadas de zumo de limón. Mezclamos bien con varillas o con cuchara y tapamos el bol, dejando que repose durante media hora en un lugar templado. Pasado ese tiempo, debería haberse espesado la nata (si no, podemos acelerar el proceso batiendo con las varillas) y podemos mezclar un poco de sal.
La sour cream ya estaría prácticamente lista para utilizar. Emplatamos en un recipiente y rompemos alguna hierba aromática (el eneldo funciona de lujo para un buen caldo) sobre la nata para que desprenda su olor. Podemos utilizar este delicioso aderezo, por ejemplo, en una sopa de pescado o de marisco. Te sorprenderá cómo potencia el caldo aportándole algo de espesor y un delicado toque ácido.
Polvo de limón deshidratado para aderezar postres, carnes y ensaladas
Generalmente, el limón se utiliza en cocina exprimiendo su jugo e incorporándolo en las elaboraciones. Sin embargo, el líquido no es lo único aprovechable de esta versátil fruta: su pulpa y su cáscara contienen la mayor concentración de vitamina C, fibras y flavonoides, sustancias tremendamente beneficiosas para el organismo. Por eso, una forma original y sana de sacarle partido al limón consiste en deshidratarlo y convertirlo en polvo para condimentar todo tipo de platos. Todo es aprovechable en el limón: si exprimes esta fruta, no se te ocurra tirar las cáscaras a la basura, ya que es el único ingrediente que necesitas para elaborar este interesante aderezo.
Si quieres preparar polvo deshidratado de limón, lo primero que tendrás que hacer es limpiarlo y cortar poco a poco toda la corteza, teniendo especial cuidado para dejar la menor cantidad de parte blanca posible. Nos interesa conservar tan solo la parte más externa, ya que lo blanco amarga y contiene más concentración de líquido. Una vez has separado las rodajas de cáscara bien cortaditas, puedes continuar empleando tres posibles métodos, dependiendo del tiempo que le quieras dedicar:
Al microondas: La forma más sencilla y rápida, pero hay que tener cuidado para que las rodajas de limón no se churrusquen de más. Coloca las cáscaras en un plato e introdúcelas en el microondas. Calienta a una temperatura no excesivamente elevada en intervalos de como máximo un minuto, revisando en todo momento que no se empiecen a quemar. Sabrás cuándo estarán listas porque quedarán completamente rígidas y podrás quebrar las rodajas fácilmente con un chasquido.
Al horno: Precalienta el horno a una temperatura no muy elevada e introduce una bandeja con las cáscaras a media altura. Deja que se horneen a esa misma temperatura, revisando cada poco rato que no se quemen. Una vez estén completamente deshidratadas, retira la bandeja con cuidado.
Deshidratación natural: Si no te corre prisa, puedes ahorrar en consumo eléctrico y dejar que las pieles se deshidraten con el paso del tiempo. Tan solo tendrás que depositarlas en un plato entre dos capas de papel de cocina absorbente y esperar varios días. Puedes colocar el plato en un lugar en el que le dé el sol de vez en cuando para acelerar el proceso. Una vez las rodajas estén quebradizas, puedes avanzar al paso final.
Independientemente del proceso que elijas, el resultado serán unas cáscaras totalmente rígidas que se rompen con facilidad. En ese momento, tan sólo tendrás que triturarlas con una batidora o algún utensilio similar. Cuanto más fino quede el polvo, más elegante será el resultado. Cuando logremos el grosor deseado, lo ideal es conservar el polvo en un recipiente hermético de cristal y guardarlo en un lugar fresco.
Algunas ideas para utilizar el polvo de limón deshidratado: puedes emplearlo en ensaladas para aportar sabor de forma sana y natural. También es posible emplearlo en repostería, usando un colador para espolvorear sobre cualquier tarta o bizcocho, aportándole un divertido matiz ácido que contraste con el sabor dulce. Por si fuera poco, puedes utilizar este polvo fuera de la cocina: aprovecha su agradable aroma elaborando ambientadores caseros para el hogar o usándolo en mascarillas faciales naturales. ¡Y todo esto empleando solamente las cáscaras del limón!
Marinado de limón: la clave del auténtico toque mexicano
¿Alguna vez has probado a cocinar algún plato mexicano y te ha dado la sensación de que faltaba algo? ¿Tus elaboraciones no terminaban de alcanzar ese punch especial de la cocina azteca? Quizá echases de menos el toque ácido del limón.
Eso sí, para aportar esos matices cítricos a tus platos mexicanos, conviene tener claro cómo sacarle el máximo partido a esta fruta a través de un buen marinado. Una forma sencilla de incorporar esta elaboración a tus recetas es, por ejemplo, a través de un aderezo de cebolla roja marinada con limón. Esta condimentación les dará un toque refrescante a tus fajitas, burritos o a una buena cochinita pibil, entre otras posibilidades.
Para preparar un exquisito marinado de cebolla roja necesitarás:
- Media cebolla roja
- Dos o tres limones
- Vinagre blanco de alcohol de caña
- Sal
- Orégano seco
- Opcional: chile habanero (¡para los más atrevidos!)
Para esta preparación, corta la cebolla roja en juliana y deposítala en un bol de tamaño pequeño. Añade un poco de sal y orégano seco, pero no directamente del bote, sino triturándolo previamente con los dedos para que no se apelmace y sepa más elegante en boca. Dependiendo de la cantidad de cebolla, exprime el zumo de dos o tres limones y viértelo en el bol para que comience el marinado.
Añade unos chorritos de vinagre blanco (idealmente, el vinagre de alcohol de caña te dará el toque más auténticamente mexicano, pero también te puede valer vinagre de vino blanco). Es preferible no pasarse con el vinagre, ya que más adelante podrás corregir y echar más si hiciera falta. Si te atreves con el picante, puedes añadir unas rodajitas de chile habanero, teniendo especial cuidado de cortarlo con guantes para que no te ardan luego las manos. Remueve todo el contenido del bol y déjalo marinar entre 15-30 minutos.
El resultado serán unas rodajas de cebolla marinada que aportarán un toque refrescante y multiplicarán el sabor de tus platos mexicanos. Si quisieras emplear esta elaboración con unas fajitas, por ejemplo, bastaría con preparar algo de pollo con verduras sazonadas, calentar unas tortillas mexicanas a la sartén y colocar en la mesa el bol con el marinado de cebolla para que los comensales puedan servirse las cantidades que deseen. Para darle el toque definitivo, puedes preparar cuencos pequeños con ingredientes extra: hojas de cilantro, rodajas de aguacate, chile picadito, frijoles… ¡Así cada uno puede añadir los elementos que prefiera a su fajita!
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