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SEVILLA | 14ª DE LA FERIA DE ABRIL
Falla el 'Rey de Espadas' y bautismo de sangre de López Simón
Falló esta vez Manzanares a espadas. Esperado como nunca, 'exprimió' el alicantino a dos enemigos sin raza, y a los dos los pinchó. Tomaba la alternativa López Simón, que tuvo su bautismo de sangre como matador en su doctorado. Cortó una oreja y ya no pudo salir a matar al sexto. Morante mató tres, y con ninguno anduvo a gusto. Dejó eso sí, pinceladas.
Bautismo de sangre para Alberto López Simón el día de su alternativa. El toricantano se encontró con un sobrero de Núñez del Cuvillo de extraordinaria calidad. Notable faena, un punto abigarrada en las formas y en los gestos, pero templada y profunda. Al entrar a matar fue prendido en el muslo derecho López Simón, que no se miró, esperó la muerte del toro de la ceremonia, y paseó la oreja sin un gesto de dolor. Fue operado en la enfermería de una cornada de 7 centímetros y trasladado a un hospital para su pesar.
Manzanares traía todo el ambiente al cartel, tras sus faenones, y mejores estocadas de su primera tarde en la feria. No fue toro de triunfo, pero el alicantino lo cuidó, lo atacó lo justo y se rebozó en él cuando no quiso pasar el toro. En contra de su estadística regularidad con la espada, a éste lo pinchó Manzanares.
Con el quinto, un toro que tampoco tuvo la raza propia del hierro de Cuvillo, estuvo también por encima Manzanares. Molestó también el viento a mitad de faena. Jugó con éste, también, con las querencias, sacándole todo lo que tenía, ligando muletazos cuando parecía imposible. Impecable. Pinchó de nuevo el 'rey de espadas'.
Morante pareció toda la tarde contrariado. Con algo de razón, pues su lote fue el que menos posibilidades brindó. Su primero no fue un regalito, que ni siquiera le dejó abrirse de capa. Lo intentó Morante por ambos pitones, pero no era toro para artistas, y abrevió el de La Puebla. Lo mató feamente Morante.
Con el cuarto, el más deslucido de la corrida, lo tanteó, probó y abrevió Morante. Acabó escuchando los pitos de la Maestranza.
Al sexto, el que mató por la cogida de su 'ahijado', si logró al fin Morante lucirlo con el capote, aunque hubo de moverse más torero que toro. Con la muleta, mismo espejismo toda la tarde. Toros sin raza que parecieron noblísimos de salida, pero que se afligieron y cantaron su falta de casta enseguida. Pinchazo de escasa ordodoxia y hábil estocada.
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