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FERIA DE SAN FERMÍN | 10 DE JULIO
Muchas banderillas y poco toreo ante una variada corrida de Fuente Ymbro
La corrida de este lunes de los Sanfermines se ha saldado sin concesión de trofeo alguno, a pesar de las posibilidades de éxito que ofrecieron algunos toros de un variado encierro de Fuente Ymbro, con el que se puso más empeño con las banderillas que con la muleta.
El cartel de matadores-banderilleros fue, durante la década de los ochenta y primeros noventa, una garantía de espectáculo en el ruedo y de éxito en las taquillas, cuando Esplá, Mendes y El Soro, sus componentes más repetidos, ponían las plazas en pie durante el segundo tercio, incluso con corridas de pésimo juego.
Pero, como se comprobó este lunes en Pamplona, la terna con que los empresarios parecen querer reeditar ahora aquel cartel, con Padilla, El Fandi y Escribano, dista mucho de aquellos niveles que fueron la cima histórica del tercio de banderillas.
Porque sobre el ruedo pamplonés los tres matadores compartieron esta tarde los palos en los primeros toros de la corrida y, salvo Padilla con el cuarto, parearon individualmente a los segundos de sus lotes. Pero el que supuestamente debía ser el plato fuerte de la tarde no dejó de ser una sucesión desangelada de suertes poco ajustadas.
De los tres fue El Fandi quien más se lució, al aprovechar para alardear de facultades físicas ante un quinto toro castaño y de pitones cornivueltos que galopó y le buscó con celo en cada encuentro, ayudándole a despertar las ovaciones más fuertes de la tarde.
El de Fuente Ymbro llegó luego a la muleta arrancándose con prontitud y repitiendo unas embestidas que, en cambio, el diestro no logró equilibrar ni dar templar en un trasteo movido y trapacero, al final del cual tuvo que recurrir a los alardes y desplantes populacheros para buscar un trofeo que hubiera conseguido de no habérselo negado a sí mismo al no volcarse con la espada.
Antes, el granadino se había podido lucir con el capote ante el segundo, un fino ejemplar que impresionaba por la agudeza de sus largos pitones... que bajaban a ras de arena cuando se le llevaba podido. Extraña e inexplicablemente, tras dos coladas del toro en el inicio del trasteo, El Fandi tomó por el camino de enmedio y se fue a por la espada sin darle al animal una sola opción.
Los únicos muletazos estimables de la tarde llevaron la firma de Manuel Escribano y fueron los que le instrumentó al natural al tercero, un toro bajo y musculado que mostró mucha clase tras los vueltos del engaño antes justo de desfondarse. Ya con el sexto, el más basto y desrazado de la corrida, el sevillano se empeñó más de la cuenta a pesar de las nulas opciones que le ofrecía.
Por su parte, el "Pirata" Padilla, en otro tiempo tan adorado y cantado por las peñas pamplonesas, pasó este año por San Fermín con más pena que gloria, delegando mucho trabajo en sus picadores para ponerse luego con la muleta, sin convicción alguna y durante unos breves pasajes, ante un lote desrazado pero noblote y sin mayores complicaciones.
Ficha del festejo
Seis toros de Fuente Ymbro (el primero como sobrero, sustituto de un titular que se partió un pitón de salida), disparejo de volúmen, cuajo y alzadas, pero todos con mucha seriedad en sus amplias, descaradas y muy astifinas encornaduras. A tres les faltó raza y celo, por lo que ofrecieron un juego anodino, pero el resto, en mayor o menor medida, tuvieron bravura, movilidad e incluso clase en los distintos tercios.
Juan José Padilla, de purísima y oro: media estocada y dos descabellos (silencio); pinchazo y estocada atravesada (silencio).
El Fandi, de negro y oro: media estocada trasera desprendida (silencio); pinchazo hondo caído y cuatro descabellos(ovación tras aviso).
Manuel Escribano, de berenjena y azabache: dos pinchazos (ovación tras aviso); dos pinchazos y bajonazo (ovación tras aviso).
Sexto festejo de abono de la feria de San Fermín, con lleno en los tendidos en tarde fresca y con algunas rachas de viento.
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