Arminda tiene 25 años. Cuando tenía 17 le diagnosticaron la enfermedad de lafora, un tipo de epilepsia degenerativa que la convierte en gran dependiente.Sus padres llevan seis años esperando por una plaza en un centro de día del Cabildo, sin resultado. Sólo cuenta con una ayuda del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, dos horas y media diarias de asistencia en casa, que ni siquiera se ajustan a las necesidades horarias de la familia.Sobre las ayudas de la Ley de Dependencia, no quieren ni oír hablar, hace años que obtuvo la valoración necesaria, pero nunca ha recibido nada. Loli ya perdió a otra hija con la misma enfermedad sin que nadie hiciera nada por ellos.Esta familia ha gastado millones de las antiguas pesetas en viajes por medio mundo para comprar medicinas y preguntar por tratamientos extremadamente caros. La enfermedad de Arminda afecta en todo el mundo a unas 200 personas.