Agua corriendo por los barrancos, que se lleva todo lo que encuentra a su paso. Barrancos taponados por enseres o vehículos abandonados, se convierten en trampas morales cuando se desbordan.
Son imágenes cercanas, que han ocurrido en la isla después de fuertes lluvias. La velocidad y la altura del agua, marcan la peligrosidad de un barranco.
Estudiando todos estos casos, el cabildo de Tenerife ha elaborado los mapas de peligrosidad ante posibles inundaciones. 8 son las áreas marcas, desde el barranco de Santos o el Bufadero en zonas metropolitanas, pasando por el barranco de San Felipe en el Puerto de la Cruz, hasta los de Torviscas o San Juan, en el sur.
Desde el 31 de marzo de 2002, cuando la riada dejó 8 víctimas mortales en Santa Cruz y La Laguna, el cabildo ha intensificado el control, para evitar que se vuelvan a producir tragedias como aquella.