Hace algo menos de un mes, esta pista de tierra de unos 80 metros de longitud no existía. En su lugar había un sendero rural de tan sólo medio metro de ancho, salpicado de plantas autóctonas como tabaibas, vinagreras o veroles. Enclavado en un paisaje rústico, el barranco de Casares, en Telde, hoy presenta esta estampa. Sin ningún tipo de permiso, alguien abrió esta pista posiblemente para acceder a una pequeña terraza agrícola que desuso.
Este vecino del Valle de Casares ha presentado sendas denuncias ante la fiscalía de medio ambiente y ante el servicio de protección de la naturaleza de la Guardia Civil.
También se ha visto afectado por el desmonte esta enorme bomba volcánica, con su interior labrado, posiblemente por los aborígenes ya que está cerca de una zona arqueológica.