San Jerónimo, este anciano traductor de la biblia, llevaba viviendo en el Museo Casa Colón desde que se abrió al público. Y sin saberlo...
La obra pertenece a José de Rivera, uno de los máximos exponentes de la pintura barroca española, y no a Esteban March, como estaba catalogado. Durante cinco décadas, quienes lo contemplaron, estuvieron ante una obra muy codiciada.
Sólo después de reclamarlo, y tras los estudios pertinentes, El Museo del Prado desveló la autoría real de este cuadro que estaba cedido en depósito.
A partir de ahora San Jerónimo vivirá en una sala como ésta en El Prado, junto a obras de su talla. Pero quién sabe si entre estas paredes de la Casa Colón, se esconden más joyas pinceladas por las manos de otros grandes maestros.