Lo primero que el visitante de esta cueva del yacimiento de Risco Caído se pregunta al entrar es cómo pudieron los aborígenes canarios construir esta bóveda de 4 metros de altura. No es la única sorpresa. Cada solsticio de verano la luz del sol entra por un orificio artificial, proyectando una forma fálica que recorre los diferentes grabados púbicos de la bóveda.
Las cuevas, utilizadas en los 50 como almacenes de paja, fueron descubiertas en 1996, pero no fue hasta 2009 cuando se supo lo que ocurría en su interior. Otra de las incógnitas pendientes es la datación del yacimiento, para lo que se están recogiendo restos de sedimentos.
En cuanto a su uso real, además de un lugar de culto religioso, también pudo ser un calendario aborigen. Los arqueólogos ya hablan del hallazgo más importante de los últimos años en Canarias. El Cabildo se ha planteado pedir a la Unesco que lo declare Patrimonio de la Humanidad.