Hablan de él como la gran esperanza para las personas que han perdido la movilidad. Se trata de un exoesqueleto que, por primera vez, se ha movido siguiendo las órdenes del cerebro del paciente.
Funciona sin cables, ni control remoto. Solo necesita los pensamientos, en este caso, de un joven de 28 años. Dos placas, colocadas en la parte exterior del cerebro del paciente interpretan su actividad cerebral y la la traducen en actividad. Hasta ahora había que colocar los implantes dentro del cerebro y, pasado el tiempo, dejaban de funcionar.
Los investigadores aseguran que queda mucho camino por recorrer, pero ya hay otros tres pacientes que han empezado a probarlo. El próximo reto es conseguir que el exoesqueleto mantenga el equilibrio y sea, totalmente autónomo.