El led ha sustituido en los últimos años a bombillas incandescentes y halógenos y, aunque ha supuesto una revolución, el reto sigue estando en lograr sistemas de iluminación más sostenibles y baratos, según el científico Rubén Costa, para quien el futuro está en las bombillas hechas con proteínas.
"El led (diodo emisor de luz) es una parte integral de nuestra vida cotidiana, pero a pesar de sus excelentes prestaciones existe una necesidad imperiosa de reducir el coste de su producción y de sustituir sus componentes por otros de fácil reciclaje", señala este investigador del Instituto IMDEA Materiales de Madrid. De ahí que la comunidad científica esté buscando nuevos materiales naturales, más abundantes y fáciles de reciclar, apunta Costa, quien señala que el objetivo es "darle una vuelta de tuerca" al led y crear el "bio-led" a partir de proteínas luminiscentes.
En esto está centrado este investigador y su equipo, quienes ya tienen varios prototipos de este bio-led, una nueva tecnología que fusiona la del led azul o ultravioleta con materiales basados en proteínas luminiscentes, como las que usan medusas y peces para comunicase en la profundidad y oscuridad de los océanos. Estas proteínas pueden crecer en el laboratorio, en bacterias, y esto es lo que ha hecho Costa y su equipo, en concreto en la bacteria Escherichia coli (E.coli), "el mejor químico que existe porque producir proteínas luminiscentes las 24 horas del día con una reproducibilidad inmejorable y a un coste realmente bajo".
El nuevo bio-led contendría materiales que la naturaleza reconoce y reciclaría con rapidez
Así, para crecer y conservar su funcionalidad las proteínas tienen que tener una determinada estructura que a su vez necesita agua, pero el agua es el peor medio para hacer tecnología de iluminación. Por eso, "hemos aislado estas proteínas y ahí está sobre todo nuestra aportación", afirma Costa: "hemos logrado sustituir el agua por una goma de dos polímeros capaz de mantener la estructura y por tanto la funcionalidad de las proteínas luminiscentes".
Con este material elástico se sustituyen precisamente algunos de los componentes del led actual. La integración de este nuevo material en los ledes convencionales ha permitido desarrollar el primer bio-led de luz blanca (luz compuesta por la superposición de todo el espectro de luz visible), resume el científico valenciano. Estos bio-led, asegura, tienen prestaciones similares al led inorgánico con, además, algunas ventajas: podrían ser entre un 10 y 15 % más baratos y mucho más ecológicos, ya que están hechos con materiales (proteínas luminiscentes) que la naturaleza reconoce y reciclaría con rapidez.
Múltiples ventajas
De esta forma, explica que esto ha podido ser posible al sustituir componentes escasos como el itrio o el cerio (presentes en el led actual) por otros que se pueden fabricar en un laboratorio. Pero como señala este investigador, una de las cosas más importantes que se han conseguido es la calidad de la luz: el led comercial proyecta una luz blanca más azulada ideal para, por ejemplo, trabajar y mantenerse despierto (es la luz en la calle entre las once y las tres) pero no es la adecuada para todo el día. "Lo ideal sería tener un pequeño sol en casa y eso con las proteínas podemos regularlo".
Los primeros resultados de este invento los publicaron el pasado año y ahora han conseguido aumentar su vida útil por encima de las 150 horas; el siguiente objetivo es llegar a las 50.000 horas, la duración de muchos ledes actuales. La tecnología no solo sirve para hacer bombillas para uso doméstico, que podrían estar listas en cinco años si la financiación del proyecto de Costa sigue estable o aumenta, sino también para chivatos de automóviles (en dos años podrían ser una realidad) y para pantallas de ordenadores o alumbrado callejero (en diez años).
Costa, que comenzó este proyecto en la Universidad Erlangen-Nüremberg en Alemania y ahora lo continúa en el IMDEA Materiales. Además, ha sido destacado recientemente por la revista del Massachusetts Institute of Technology (MIT) como uno de los diez mejores innovadores españoles menores de 35 años. En septiembre el MIT dará a conocer si está también, junto a su invento, entre los mejores talentos europeos.