Descubrimiento
Capturan por primera vez la actividad cerebral de una persona en el momento de su muerte: "Tal vez veamos pasar nuestra vida antes de morir"
El descubrimiento se produjo en un hospital de Canadá, cuando un paciente de 87 años estaba siendo monitoreado con un electroencefalograma (EEG) mientras recibía tratamiento por epilepsia.
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El enigma sobre lo que ocurre en el cerebro humano en el instante en que una persona pasa de la vida a la muerte ha desconcertado a la ciencia durante siglos. Ahora, un equipo de neurocientíficos ha conseguido registrar por primera vez la actividad neuronal de un paciente en sus últimos momentos, arrojando pistas sobre un fenómeno ampliamente descrito por personas que han estado al borde de la muerte: la "revisión de la vida".
Hallazgo inesperado
El descubrimiento se produjo en un hospital de Canadá, cuando un paciente de 87 años estaba siendo monitoreado con un electroencefalograma (EEG) mientras recibía tratamiento por epilepsia. De manera inesperada, el hombre sufrió un paro cardiaco y falleció mientras los dispositivos aún registraban su actividad cerebral. Esto permitió a los investigadores analizar 900 segundos de ondas cerebrales, con especial atención a los 30 segundos previos y posteriores al cese de su actividad cardiaca.
Los resultados fueron sorprendentes. Se detectaron cambios en las oscilaciones cerebrales, en particular en las ondas gamma, un tipo de actividad neuronal vinculada a la recuperación de memoria y funciones cognitivas superiores.
"Lo que observamos sugiere que el cerebro podría estar reproduciendo un último recuerdo de eventos importantes de la vida justo antes de morir, similar a lo que muchas personas han reportado en experiencias cercanas a la muerte", explicó el doctor Ajmal Zemmar, neurocirujano de la Universidad de Louisville, Kentucky, y líder del estudio publicado en la revista 'Frontiers in Aging Neuroscience'.
Ondas cerebrales y reconstrucción de memoria
Las oscilaciones cerebrales son patrones eléctricos que reflejan distintas funciones del cerebro. En este caso, además de las ondas gamma, se registraron también oscilaciones alfa, beta, theta y delta, lo que indica que la actividad cerebral se detiene instantáneamente con la muerte clínica, sino que sigue un patrón coordinado de actividad.
Zemmar explicó que este fenómeno podría deberse a una respuesta biológica programada del cerebro en el proceso de transición hacia la muerte. "Desde un punto de vista metafísico, es fascinante especular sobre la posibilidad de que los mecanismos neuronales responsables de la memoria, los sueños y los estados meditativos se activen en esos últimos momentos para permitirnos una última revisión de nuestra vida", señaló.
Un debate sobre la muerte y la donación de órganos
Más allá de la implicación filosófica o espiritual del hallazgo, los resultados plantean importantes cuestiones médicas y éticas, especialmente en torno a la definición exacta de la muerte y el momento adecuado por la donación de órganos. "¿Cuándo se considera realmente que una persona ha muerto? ¿Deberíamos considerar la actividad electroencefalográfica además del electrocardiograma para declarar el fallecimiento?", se preguntó Zemmar.
El experto subrayó que estos interrogantes son cruciales y que es necesario ampliar la investigación con más estudios de caso. "Por ahora, debemos ser cautelosos. Se trata de un solo paciente, y su cerebro ya había sufrido daños previos debido a hemorragias y convulsiones. No podemos sacar conclusiones definitivas, pero sí hemos abierto la puerta a un debate científico que antes no existía".
Una experiencia ampliamente descrita, pero nunca medida
Las experiencias cercanas a la muerte han sido documentadas en miles de testimonios a lo largo de la historia. Personas que han sobrevivido a paros cardíacos o estados críticos han descrito visiones en las que reviven sus recuerdos de forma acelerada, como si su vida pasara ante sus ojos. Hasta ahora, este fenómeno era considerado anecdótico y sin respaldo científico. Con este hallazgo, por primera vez se ha logrado captar evidencia objetiva que podría explicar por qué ocurre.
Los investigadores barajan varias hipótesis. Una de ellas es que la falta de oxígeno en el cerebro durante una crisis vital podría provocar una activación repentina de neurotransmisores, desencadenando una sobrecarga en la actividad neuronal. Otra teoría apunta a que la amígdala, la región del cerebro donde se almacenan los recuerdos más emocionales, se activaría en respuesta a una amenaza extrema, liberando una cascada de imágenes y recuerdos.
Un consuelo para las familias
Más allá del interés científico, Zemmar cree que estos hallazgos pueden brindar una nueva perspectiva a las familias que enfrentan la pérdida de un ser querido. "Saber que en sus últimos momentos una persona podría estar reviviendo recuerdos felices y significativos, en lugar de experimentar miedo o sufrimiento, es algo que podría aportar consuelo", concluyó.
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