La felicidad es un estado de ánimo... al que se puede llegar por la infelicidad de aquellos que no nos caen bien. Según un reciente estudio, nuestro cerebro no sólo se siente contento por entablar lazos amistosos o porque nos vaya bien las cosas, sino que también lo hace, incluso en mayor medida, con el mal ajeno de los que 'odiamos'.
El estudio se basó en poner a varias personas de religión judía viendo, en primer lugar, a personas antisemitas que no tenían demasiada suerte en su vida, y en segundo lugar a otros, desconocidos, que sí eran felices en su día a día. La respuesta fue clara, y es que aunque se alegraron por aquellos que tenían suerte se sintieron mejor con las imágenes de las personas que tenían problemas.
El cerebro se motraba mucho más activo en su respuesta a quienes estaban en apuros, tanto individuales como colectivos y neutralizaba la sensación de empatía con la felicidad del resto.