Vacunas
Desarrollan un hidrogel que encapsula proteínas y alarga la vida de las vacunas que podría salvar miles de vidas
Este producto desarrollado por un grupo de investigadores ayudará a preservar materiales biomédicos en situaciones de problemas logísticos y en regiones pobres.
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La conservación y distribución de las vacunas es un asunto que preocupa a las autoridades sanitarias del mundo. Ahora, un grupo de investigadores multidisciplinar ha desarrollado un hidrogel que permitirá mayor flexibilidad en el traslado de material biomédico delicado.
Científicos de los laboratorios de Ingeniería Macromolecular y Química Orgánica de la ETH de Zúrich (Suiza) y de la compañía estadounidense Nanoly Bioscience han sido capaces de formar un producto que encapsula proteínas. Esto permitiría una mayor resistencia al deterioro de las vacunas y salvar muchas vidas al año, además de ahora millones de euros.
El hallazgo es especialmente importante para zonas de altas temperaturas y difícil logística, como el África subsahariano. Allí, mantener la cadena del frío durante los traslados puede llegar a convertirse en tarea imposible.
El 50% de la vacunas no llegan a administrarse
Casi la mitad de las vacunas fabricadas no llegan a administrarse por los diversos problemas de logística y conservación. Desde su producción hasta su inoculación, la estricta regulación en cuestiones de temperatura genera el desperdicio de una gran número de ellas.
Hugo Marco-Dufort, uno de los investigadores, compara este proceso con un "huevo". Este mantiene sus propiedades conservado en determinadas condiciones y una vez cambia su estado por la acción del calor no puede regresar a su estado natural.
"Piénsalo como un huevo. A temperatura ambiente o en el frigorífico, el huevo mantiene su estructura proteica viscosa, pero una vez que llega al agua hirviendo o a la sartén su estructura cambia permanentemente. Lo mismo ocurre con las proteínas de una vacuna: una vez expuestas a determinadas temperaturas, se agrupan. Enfriarlas de nuevo no revertirá su desnaturalización al igual que no se puede 'descocer' el huevo", explica Marco-Dufort.
Una protección molecular soluble en agua
Este hidrogel se basa en un polímero sintético que envuelve a las proteínas y actúa como protector de las vacunas. El rango de variación de la temperatura que estas pueden admitir oscila entre los 2 y los 8 grados en circunstancias normales, y gracias a este nuevo compuesto podrían soportar cambios de entre 25 y 65 grados.
Una disolución de agua y azúcar permite la recuperación de la vacuna para poder ser administrada de manera sencilla. Este hallazgo supondría una manera de abaratar millones de euros en costes de mantenimiento y de traslado, además de facilitar la logística en zonas de menos recursos y afectadas de manera constante por diferentes enfermedades.
"La mayoría de las vacunas son sensibles al frío y al calor. Esto supone un gran obstáculo para las campañas de inmunización a nivel mundial, ya que los costes administrativos y de distribución de las vacunas suelen superar los costes de producción", concluye Marco-Dufort.
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