En un estudio publicado este miércoles en 'Nature', un equipo de biólogos de la Universidad de Bristol, la Universidad de Exeter y 'University College London' (UCL), en Reino Unido, demostró que cuando el ambiente es propenso a fluctuar inesperadamente, quedarse en casa para ayudar a criar parientes puede ser mucho mejor que ir solo. "En los últimos años, los biólogos han notado que los altos niveles de cooperación animal a menudo se encuentran en lugares muy duros e impredecibles, desde aves en las sabanas africanas a abejas en los Alpes. Queríamos saber si la evolución podría funcionar de manera diferente en estos hábitats cambiables", dice el director del trabajo, Patrick Kennedy, de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad de Bristol.
"Explicar la existencia de abejas obreras estériles fue un gran problema para Charles Darwin. ¿Por qué debería una abeja sacrificar la oportunidad de reproducirse para criar hermanas o sobrinas? Los científicos ahora entienden que el comportamiento de ayuda evoluciona porque el ayudante está relacionado con aquellos a quienes ayuda", detalla este experto.
Sin embargo, recientemente, esta explicación sobre la conducta de ayuda ha sido cuestionada. El coautor, el profesor Andy Radford, también de la Escuela de Ciencias Biológicas de Bristol, agrega: "A menudo, cuando los biólogos han medido los resultados en la naturaleza, los ayudantes no estaban lo suficientemente relacionados, o podían haber tenido su propia descendencia con bastante facilidad, o no marcaron mucha diferencia en la supervivencia de sus hermanos".
Al incluir la naturaleza turbulenta de los entornos en las matemáticas, el equipo demostró que el comportamiento de ayuda era de hecho más fácil de desarrollar de lo que se pensaba: los ayudantes no necesitan estar muy relacionados con aquellos a quienes ayudan si el entorno es altamente impredecible.