Un equipo internacional de investigadores, liderado por el científico David Oram, de la Universidad de East Anglia, en Norwich, Norfolk (Inglaterra) ha encontrado una nueva amenaza, inesperada y creciente, para la capa de ozono: el diclorometano.
Se trata de una sustancia química que no fue incluida como peligrosa por el Protocolo de Montreal firmado hace 30 años. El diclorometano es una sustancia con usos que varían desde la extracción de pintura hasta la fumigación agrícola y la producción de productos farmacéuticos. La cantidad de esta sustancia en la atmósfera disminuyó en los años noventa y principio de los 2000, pero durante el último decenio el diclorometano se volvió aproximadamente un 60% más abundante.
"Esta fue una gran sorpresa para la comunidad científica y estábamos interesados en descubrir la causa de este repentino aumento", explica Oram. Hace tres décadas, el Protocolo de Montreal acordó eliminar los productos químicos que destruyen la capa de ozono, el escudo de radiación ultravioleta (UV) en la estratosfera de la Tierra.
El tratado ha ayudado a la capa a comenzar el lento proceso de curación, disminuyendo el impacto en la salud humana de la exposición creciente a la radiación solar dañina. Pero el aumento de las emisiones de sustancias que destruyen el ozono que no están reguladas por el Protocolo de Montreal amenaza con afectar la recuperación de la capa, según la nueva investigación. El estudio se publica este jueves en 'Atmospheric Chemistry and Physics', una revista de la European Geosciences Union.
Al igual que el diclorometano, otras sustancias no fueron incluidas por el tratado, pues antes no se consideraban dañinas. "Generalmente, se cree que son demasiado cortas para llegar a la estratosfera en grandes cantidades", justifica Oram, investigador del Centro Nacional de Ciencias Atmosféricas del Reino Unido. Pero los resultados de este nuevo estudio dan la alarma sobre las emisiones cada vez más rápidas de algunas de estas sustancias químicas de muy corta duración en el este de Asia.
Las emisiones de productos químicos que agotan el ozono en lugares como China son especialmente perjudiciales debido a las corrientes de aire frío en Asia oriental que pueden transportar rápidamente la contaminación industrial hacia los trópicos.
"Es aquí donde el aire es más probable que sea elevado a la estratosfera", dice el coautor Matt Ashfold, investigador en la Universidad de Nottingham Malasia Campus. Esto significa que los productos químicos pueden alcanzar la capa de ozono antes de que se degraden y cuando todavía pueden causar daños.
"Esperábamos que las nuevas emisiones pudieran venir del mundo en desarrollo, donde la industrialización ha estado aumentando rápidamente", opina Oram. Por ello, el equipo se propuso medir la contaminación del aire en el este de Asia para averiguar de dónde proviene el aumento de diclorometano y si podría afectar a la capa de ozono.
Según Oram, sus estimaciones sugieren que China puede ser responsable de alrededor de entre el 50% y 60% de las actuales emisiones mundiales de diclorometano. China, junto a otros países asiáticos como la India, se convierte, probablemente, en uno de los emisores más significativos de este elemento químico.
Los científicos recolectaron muestras de aire en el suelo en Malasia y Taiwán, en la región del Mar Meridional de China, entre 2012 y 2014, y los enviaron de regreso a Reino Unido para su análisis. Ellos rutinariamente monitorean alrededor de 50 sustancias químicas que agotan el ozono en la atmósfera, algunas de las cuales están ahora en declive como una consecuencia directa del Protocolo de Montreal.
Al igual que el diclorometano, se encontraron grandes cantidades de otro compuesto, el 1,2-dicloroetano, una sustancia que agota el ozono y es utilizada para fabricar PVC. Precisamente, China es el mayor productor de PVC, utilizado en muchos materiales de construcción, y su producción en el país ha aumentado rápidamente en el último par de décadas. El aumento en las emisiones de dicloroetano fue inesperado y sorprendente porque el producto químico es a la vez "un producto valioso" y "altamente tóxico", según Oram.