Publicidad

HALLAZGO ARQUEOLÓGICO

Hallado un fósil de 1,84 millones de años que tiene una mano idéntica a la nuestra

Un hallazgo arqueológico deja a los científicos sin palabras, al encontrar un homínido de 1,84 millones de años de antigüedad, que tiene una mano idéntica a la del ser humano de hoy día.

La evolución de la mano es de vital importancia para entender cómo nos convertimos en humanos. Es por ello que el hallazgo en África de un equipo de científicos liderado por españoles sobre los restos fósiles de la mano moderna -como la nuestra- más antigua de la que se tenía constancia, datada en más de 1,84 millones de años resulta fascinante.

Los restos fósiles fueron encontrados en la Garganta de Olduvai (Tanzania) y pertenecen a una falange del dedo meñique de la mano izquierda de un individuo que midió entre 1,70 y 1,80 centímetros.

Se trata de una mano moderna, es decir, perteneció a un individuo "exclusivamente terrestre", que no utilizaba sus manos para trepar en los árboles, ha explicado Manuel Domínguez-Rodrigo, del Instituto de Evolución en África (Madrid) y director de esta investigación, que se publica en la revista Nature Communications.

Los homínidos se volvieron bípedos hace alrededor de 6 millones de años, ha continuado este investigador. Durante los primeros cuatro millones de años, todos los homínidos se caracterizaban por un patrón mixto: trepaban a los árboles y eran bípedos en el suelo, de ahí que sus manos tuvieran una doble función, la manipulación y la locomoción en árboles.

Cuando las manos se liberaron de la locomoción arbórea, su fisonomía cambió para adaptarse y poder convertirse en "estrictas especialistas en manipulación", ha indicado Domínguez-Rodrigo.

"Nuestra mano evolucionó, haciendo posible una gran variedad de agarres y la suficiente fuerza presora para permitir la gama más amplia de manipulaciones. Es precisamente esta capacidad de manipulación la que interaccionó con el cerebro para el desarrollo de nuestra inteligencia a través de la invención y el uso de herramientas" (las primeras son de hace 2,6 millones de años, halladas en Gona, Etiopía).

Así, nuestra mano cambió: se modificaron los pulgares, se ensancharon los dedos y se enderezaron las falanges.

Precisamente este último rasgo solo se desarrolló una vez abandonamos la vida arbórea, que hasta este trabajo los investigadores habían establecido que había ocurrido hace unos 1,5 millones de años y que tuvo como protagonista al Homo erectus.

Sin embargo, este nuevo estudio publicado en Nature Communications establece que las manos de estas características "modernas" tienen una antigüedad de al menos 1,84 millones de años. "Nuestro hallazgo no solo demuestra que hace 1,84 millones de años ya existía una criatura con una mano de características modernas, sino también que esta criatura era de mayor tamaño que ningún otro homínido anterior o contemporáneo a esa especie".

¿Y a qué especie pertenecía el individuo de la mano encontrada? "No estamos seguros, porque nos faltan los dientes; es arriesgado, según Domínguez-Rodrigo, quien ha agregado que sí saben a las especies que no perteneció: Homo habilis y Paranthropus boisei. Y es que los fósiles de la mano descritos ahora son muy distintos a los hallados de las manos de estas dos especies (tenían manos más pequeñas y con falanges curvadas para poder trepar por los árboles).

Según este trabajo, firmado también por científicos de EEUU, las características del nuevo individuo encajan "muy bien" con las de H. erectus que pudo coexistir en África con las otras dos especies. Hasta ahora los restos fósiles de Homo erectus identificados en África databan de 1,5 millones de años; estos son casi 400.000 años más antiguos, ha relatado el investigador español, quien no obstante ha dicho que el estudio no descarta que se pueda tratar de una criatura aún por denominar que se parecía mucho al Homo erectus.

En los últimos años los investigadores han ido reuniendo evidencias sobre que el yacimiento de Olduvai era un lugar central donde los homínidos transportaban carcasas de hasta 350 kilogramos que obtenían mediante la caza, pero siempre habían dudado, al menos Domínguez, de que el Homo habilis pudiera hacerlo (medía un metro).

Este trabajo encuentra una explicación a esto: el yacimiento lo habitaba una criatura más grande y de aspecto mucho más moderno.

Publicidad