Un equipo de astrónomos ha descubierto una versión más grande de la Tierra próxima a otro planeta, aún mayor, que orbita junto a él en torno a la misma estrella, a unos 1.200 años luz, según un artículo que publica hoy la revista Science Express.
Los planetas ocupan casi el mismo plano orbital y, cuando están más próximos, la distancia entre ellos es de 1,95 millones de kilómetros, esto es cinco veces la distancia de la Tierra a la Luna y unas veinte veces menor que la distancia entre cualquiera de los planetas en el sistema solar.
Pero, según los astrónomos de las universidades de Washington (UW) y Harvard, los tiempos de sus órbitas determinan que jamás colisionarán. "Estos son los dos planetas más cercanos uno al otro que hemos encontrado", dijo Eric Agol, profesor de astronomía en la UW y uno de los autores principales del artículo. "El planeta más grande empuja al más chico y por eso es más difícil encontrar al menor". Los planetas, que orbitan la estrella Kepler-36a en la constelación del Cisne, se han designado como Kepler-36b y Kepler-36c.
El planeta b es un cuerpo rocoso como la Tierra aunque con una masa 4,5 veces mayor y un radio 1,5 veces más largo. Kepler-36c, que podría ser gaseoso como Júpiter o lleno de agua, es 8,1 veces más grande que la Tierra y tiene un radio 3,7 veces más extenso. El planeta más grande fue descubierto originalmente en los datos provistos por el observatorio orbital Kepler, de la agencia espacial estadounidense NASA, que usa un fotómetro para medir la luz de los objetos celestes distantes.
Este instrumento permite detectar un planeta cuando transita entre la estrella en torno a la cual orbita y la Tierra, y reduce brevemente la luz que proviene de la estrella. Tras ese primer descubrimiento los astrónomos se dedicaron a ver si el sistema contenía un segundo planeta, y Agol sugirió el uso de un algoritmo denominado detección de pulso cuasi periódica para el examen de los datos del Kepler.
El otro coautor principal del artículo, Joshua Carter, quien trabaja con el observatorio Hubble en el Centro Harvard Smithsonian para Astrofísica, empleó el algoritmo para inspeccionar metódicamente los sistemas planetarios registrados en los datos del Kepler, y vio en el sistema Kepler-36a una señal clara. "Encontramos ésta en un primer vistazo rápido", señaló Carter. "Ahora revisamos con más cuidado los datos del Kepler para ver si localizamos más planetas".
Los datos mostraron una leve atenuación cada 16 días de la luz que proviene de la estrella Kepler-36a y ése es el período de órbita del planeta Kepler-36c. Por su parte Kepler-36b orbita la estrella siete veces por cada seis órbitas del 36c, pero inicialmente no se le había percibido debido a su tamaño pequeño y el empujón gravitacional de su compañero de órbita. Cuando se aplicó el algoritmo, explicaron los científicos, la señal fue inconfundible.
"Si uno observa el patrón de tiempo de tránsito del planeta mayor y el patrón de tiempo de tránsito del planeta menor son como imágenes reflejadas en un espejo", dijo Agol. Los científicos creen que el 30 por ciento del planeta menor consiste en hierro, y que tiene una atmósfera en la cual menos del 1 por ciento es hidrógeno y helio y con no más de un 15 por ciento de agua. En cambio, el planeta más grande probablemente tiene un núcleo rocoso rodeado por una cantidad sustancial de hidrógeno y helio atmosféricos.