Un equipo internacional de astrónomos encontró evidencias de hielo y cometas que orbitan una estrella cercana parecida al Sol, lo que podría arrojar luz sobre cómo se desarrolló nuestro sistema solar. Para este descubrimiento se emplearon datos procedentes del Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA), un telescopio de vanguardia para estudiar la luz de algunos de los objetos más fríos de Universo y que está situado en el chileno desierto de Atacama.
Los expertos, liderados por la Universidad Cambridge, detectaron niveles muy bajos de monóxido de carbono alrededor de la estrella estudiada, una cantidades que son coherentes con los cometas de nuestro sistema solar. Estos resultados son "el primer paso para establecer las propiedades de las nubes de cometas alrededor de estrellas como el Sol justo tras su nacimiento", según un comunicado de la universidad.
Los cometas son, esencialmente, "bolas de nieve sucias" de hielo y roca, en ocasiones con un cola formada de polvo y del resultado de la evaporación del hielo, que suelen encontrarse en los confines de nuestro sistema solar y que son visibles cuando se acercan a regiones interiores.
El cometa Halley, por ejemplo, visita el interior del Sistema Solar cada 75 años, pero algunos tardan hasta 100.000 años entre visitas y otros pueden pasar solo una vez antes de ser arrojados al espacio interestelar, recuerda la universidad. Cuando nuestro sistema solar se formó, se cree que la Tierra no era más que un páramo rocoso similar a lo que hoy es Marte, pero a medida que los cometas impactaron en el planeta dejaron en él muchos elementos y compuestos, entre ellos agua.
La estrella que estudiaron los astrónomos responde al nombre de HD 181327, tiene una masa un 30 % mayor que la del Sol, se sitúa a 160 años luz en la constelación de Pintor y, aunque es posible que tenga planetas orbitando a su alrededor, no se pueden detectar con los telescopios actuales. Su antigüedad es de unos 23 millones de años, frente a los 4.600 millones de nuestro sistema solar.
"Los sistemas jóvenes como este son muy activos, con cometas y asteroides chocando entre ellos y contra los planetas", explicó Sebastián Marino, del Instituto de Astronomía Cambridge y autor principal del estudio. Se trata, además, de un sistema con una composición similar a la del nuestro, por lo que es "un buen objeto" de estudio para aprender sobre cómo era nuestro sistema solar en sus primeras etapas.
Gracias al ALMA, los astrónomos han observado la estrella, que está rodeada de un anillo de polvo causada por las colisiones de cometas, asteroides y otros cuerpos celestes. Para detectar la posible presencia de cometas, los investigadores del ALMA buscaron lo que se denominan firmas de gas, puesto que las mismas colisiones que crearon el anillo de polvo también podrían haber generado la liberación de gases.
Hasta ahora, ese tipo de gases solo se han detectado alrededor de algunas pocas estrellas, todas ellas con una masa mucho mayor que la de nuestro Sol. A través de diversas simulaciones los expertos fueron capaces de detectar "niveles muy bajos de monóxido de carbono", de hecho, la concentración más baja detectada hasta ahora en un cinturón de asteroides y cometas", explicó Marino.