La especie extinta, Kerygmachela kierkegaardi, nadó en aguas oceánicas durante una carrera evolutiva llamada explosión cámbrica. Flanqueado por 11 colgajos arrugados a cada lado de su cuerpo, el antiguo depredador tenía una larga columna vertebral y una cabeza redondeada. Sus temibles apéndices orientados hacia delante agarraron presas, según explica el paleontólogo británico Jakob Vinther, "haciendo miserables las vidas de otros animales".
Los restos fósiles anteriores de la criatura de provenían de rocas sueltas golpeadas por el clima, pero los nuevos hallazgos son los primeros de la especie en escapar de la exposición a los elementos, lo que ha facilitado tejido nervioso fósil que está proporcionando nuevos conocimientos evolutivos sobre los cerebros de los panartrópodos, un grupo de animales que incluye osos acuáticos, gusanos de terciopelo y artrópodos como crustáceos e insectos.
El estudio, dirigido por Vinther y el Parque Tae-Yoon del Instituto de Investigación Polar de Corea, aparece en la edición del 9 de marzo de la revista 'Nature Communications'. Contradiciendo algunos relatos anteriores, el equipo argumenta que esta nueva prueba parece mostrar que el antepasado común de todos los panartrópodos no tenía un cerebro complejo de tres partes y tampoco lo tenía el antepasado común de los panartrópodos y vertebrados invertebrados.
Los artrópodos modernos comienzan a desarrollarse con un solo haz de células nerviosas por encima de sus intestinos. Tienen otros dos segmentos cerebrales, situados al lado o debajo del intestino, que migran hacia arriba durante el desarrollo para fusionarse con el primer grupo de nervios, formando un cerebro intrincado y triplemente segmentado. Sin embargo, el cerebro relativamente simple de Kerygmachela, preservado como delgadas películas de carbono, incluye sólo el más importante de los tres segmentos presentes en los artrópodos vivos.
El equipo de investigación cree que los osos de agua, los microcríticos de ocho patas conocidos formalmente como tardigrades, tienen un cerebro simple de un segmento similar al que identifican en Karygmachela. Los gusanos de terciopelo, depredadores nocturnos de emboscada de cuerpo blando, también carecen de un cerebro de tres partes.
Así que tiene sentido pensar que el antepasado común que estos animales comparten con los artrópodos también carecía de un cerebro complejo. Lo mismo ocurre con el organismo que dio origen tanto a los panartrópodos como a los vertebrados, el otro grupo animal cuyos cerebros tienen tres segmentos.