A pesar del nombre, estos objetos etéreos no tienen nada que ver con los planetas; este término equivocado se produjo hace más de un siglo, cuando los primeros astrónomos sólo tenían pequeños telescopios de baja calidad. A través de ellos, las nebulosas parecían pequeñas y compactas, al igual que un planeta, y fueron etiquetadas como tales.
Cuando una estrella como el Sol se acerca al final de su vida, se arroja el material hacia el espacio. Las nebulosas planetarias son cáscaras brillantes de gas y polvo empujadas hacia el exterior de una estrella. En su centro se encuentran los restos de las estrellas originales, las pequeñas y densas enanas blancas.
En esta imagen de ESO 456-67, es posible ver las diversas capas de material expulsado por la estrella central. Cada uno aparece en un color diferente: son visibles bandas de gas rojo, naranja, amarillo y verde, con manchas claras de espacio en el centro de la nebulosa.
No se entiende completamente cómo las nebulosas planetarias forman tal variedad de formas y estructuras, algunos parecen ser esféricas, otras elípticas, otras disparan ondas de material en sus regiones polares, algunas se ven como relojes de arena o figuras en forma de ocho, y otros se asemejan a grandes y desordenadas explosiones estelares.