Investigadores de la Universitat de València han descubierto que algunos insectos disponen de un sofisticado mecanismo para contar, una habilidad cognitiva que hasta ahora se creía exclusiva de los animales vertebrados.
Es una de las conclusiones a la que ha llegado un grupo de científicos del Institut Cavanilles de Biodiversitat i Biologia Evolutiva de la UV y de la Universidad de Oxford en un trabajo publicado en la revista Frontiers in Psychology, según una nota de prensa de la Universitat.
El estudio revela que el macho del 'tenebrio molitor', comúnmente conocido como escarabajo de la harina, es capaz de contar el número de machos rivales con los que compite por una hembra antes de aparearse. De este modo, los machos de esta especie ajustan el tiempo dedicado a vigilar las hembras tras la cópula en función del número de rivales presentes.
Así, los mecanismos basales en los que se sustenta la habilidad humana para contar están más extendidos en el reino animal de lo sospechado, sostiene la investigación.
Según explican los expertos, los machos de este coleóptero se enfrentan a una "dura competición" por fecundar a las hembras ya que, tras el apareamiento, corren el riesgo de que otros machos rivales copulen con la misma hembra y desplacen su esperma por completo.
Para que el esperma de un macho esté a salvo, es decir, quede almacenado por la hembra, hacen falta entre siete y diez minutos, un período clave en el que este escarabajo permanece "alerta" y dedica más o menos tiempo a "guardar" a la hembra según la cantidad de competidores que haya en las inmediaciones.
"Cuando hay pocos rivales y el riesgo de que un segundo macho desplace su esperma es muy bajo, los machos abandonan a la hembra a los pocos segundos de terminar la cópula para buscar alimento u otras hembras", expone Pau Carazo, uno de los científicos del estudio.
Sin embargo, conforme se incrementa la densidad promedio de machos en las inmediaciones y el riesgo de que la hembra se aparee con un segundo macho, los machos van aumentando, a su vez, el tiempo que permanecen con la hembra tras la cópula, con el fin de evitar que ésta copule con otros y asegurarse de que su esperma no se pierde.
Los resultados de experimentos recientes, como los publicados por este mismo grupo de la Universitat de València en 2009, ya habían puesto de manifiesto que algunas especies de insectos son capaces de estimar el número de objetos de un grupo de forma aproximada.
Esta habilidad resulta muy ventajosa en multitud de contextos, según los expertos, que citan el ejemplo de que, cuando un insecto tiene que decidir qué planta visitar, es muy beneficioso saber cuál contiene más flores.
Se pensaba que los mecanismos cognitivos que los insectos empleaban para estimar el número de objetos en un grupo tenían poco que ver con lo que entendemos normalmente por contar.
El trabajo de la Universitat de València, sin embargo, sugiere que los escarabajos de la harina son capaces de determinar el número de individuos en un grupo sin utilizar variables continuas; reconocen individualmente a cada individuo y acumulan en su memoria el número de individuos distintos que se encuentran para valorar el número total de ellos presentes en su entorno más inmediato.