Pompa con un chicle

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LAS PERSONAS CON IMPLANTES PRESENTAN MÁS INFECCIONES

Inventan un chicle que detecta enfermedades dentales

La golosina actúa como un biosensor cuyo resultado se revela en tan solo cinco minutos. De esta forma, cuando el chicle entra en contacto con la lengua, si la persona presenta una infección bucal, libera una sustancia amarga. Pero si el diagnóstico es positivo, el sabor sigue siendo agradable.

Unos científicos europeos han desarrollado un chicle que detecta las infecciones bucales, según explican en su investigación, publicada en la revista ‘Nature Communications’. El farmacéutico de la Universidad de Würzburg en Alemania y autor principal del estudio, Lorenz Meinel, explica que la aparente golosina “es una gran herramienta de detección” para ayudar a “cualquier persona, en cualquier lugar y en cualquier momento” a detectar una enfermedad bucal.

Como indica la investigación, entre el 15% y el 20% de los adultos de mediana edad sufre una enfermedad en las encías, especialmente en las personas con implantes dentales. Sin embargo, la gente no suele sentir dolor con dichos implantes, por lo que las encías infectadas pasan desapercibidas. Según comenta Meinel, necesitaba una forma de hacer que los pacientes percibieran la infección, por lo que vio en la lengua una posible solución. Ésta es muy sensible al gusto por lo que colocó un detector en su boca para vigilar la química.

De esta forma, Meinel junto con su equipo, diseñaron un chicle biosensor capaz de detectar enfermedades bucales. La goma de mascar contiene un compuesto llamado denatonio, una sustancia muy amarga. El diagnóstico muestra los resultados en tan solo cinco minutos. Así, el biosensor libera la sustancia amarga al entrar en contacto con unas enzimas que solo abundan en la boca cuando hay una enfermedad preimplantaria. Por otro lado, si el diagnóstico es positivo, el sabor del chicle sigue siendo agradable.

Así, los investigadores planean probar el chicle en personas dentro de un tiempo, pero por el momento están trabajando en sensores para otras infecciones, como la faringitis. Meinel espera que el invento se convierta en una herramienta médica sólida pero no un sustituto de un dentista o médico, ya que solo ellos pueden confirmar un diagnóstico y prescribir un tratamiento.

Sin embargo, el autor señala que el estudio presenta ciertos límites, como la percepción del gusto, que varía en función de la etnia, el sexo, la edad y la genética. Por ello, mientras que para algunas personas el sabor amargo puede ser tolerable, para otras no. El objetivo es encontrar un nivel de amargura adecuado para todos, por lo que Meinel resalta que todavía necesitarán al menos dos años para terminar los ensayos clínicos.

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