Convertir la energía del sol en combustible es ya una realidad gracias a los avances de un grupo de científicos de Harvard.
Los científicos usan una bacteria, modificada genéticamente, que junto con el hidrógeno que genera el sol convierte el dióxido de carbono en un alcohol llamado isopropanol.
El método permitiría almacenar energía de forma limpia y reducir las emisiones de CO2 responsables del calentamiento global. Además, al ser líquido, el nuevo combustible podría ser transportado sin grandes costes. Ahora estudian si es rentable su producción.