Una buena lluvia puede tener un efecto limpiador en la tierra, pero bajo las condiciones adecuadas, la lluvia también puede ser un medio para propagar bacterias. Utilizando imágenes de alta resolución, investigadores del Departamento de Ingeniería Mecánica del MIT observaron el efecto de las gotas de lluvia que caían sobre el suelo seco cargado de bacterias.
Cuando caen a velocidades que imitan a las de una lluvia ligera, a temperaturas similares a las de las regiones tropicales, las gotas liberan un rocío de niebla, o aerosoles, con cada aerosol transportando hasta varios miles de bacterias del suelo.
Los científicos vieron que las bacterias permanecieron vivas más de una hora después. Si estas bacterias transportadas por el aire se colocaban más lejos por el viento, podrían viajar una buena distancia antes de establecerse de nuevo en el suelo para colonizar una nueva ubicación, explica uno de los autores del trabajo, Cullen Buie, profesor asociado y catedrático del Departamento de Mecánica Ingenieria.
"Imagínese que tiene una planta infectada con un patógeno en una zona determinada, y que el agente patógeno se extiende al suelo local, describe Buie. Ahora, hemos encontrado que la lluvia podría dispersarlo aún más. Las gotas artificiales de los sistemas rociadores también podrían conducir a este tipo de dispersión, por lo que este estudio tiene implicaciones sobre cómo se puede contener un patógeno".
Además, el equipo -formado también por los coautores de Buie el postdoctor Zhifei Ge y el expostdoctor y autor principal Youngsoo Joung-- calculó que la precipitación alrededor del mundo puede ser responsable de entre el 1 y el 25% de la cantidad total de bacterias emitidas desde la tierra.
En 2015, Buie y sus colegas identificaron un mecanismo por el cual la lluvia produce aerosoles: a medida que una gotita cae en contacto con el suelo, atrapa pequeñas burbujas de aire a la superficie del suelo, que se elevan y estallan a través de la gotita, creando un spray de muchas pequeñas gotitas de agua o aerosoles.
En ese momento, el equipo propuso que este mecanismo pudiera explicar los orígenes de "petricor", el característico olor a tierra que a menudo sigue a una tormenta de lluvia. Poco después de que el equipo publicara sus resultados, un grupo de científicos británicos contactó con Buie para ver si este mismo mecanismo de lluvia puede ayudar a propagar bacterias, en particular 'Burkholderia pseudomallei', una bacteria que vive en el suelo, que se sabe que causa infecciones pulmonares en humanos conocidas como meliodosis.
"Han notado un aumento cualitativo en el número de infecciones de esta enfermedad después de la lluvia, y se había especulado con que esta bacteria en el suelo en particular se dispersa en el aire después de la lluvia", dice Buie. La investigación del equipo despertó la curiosidad de Buie en cuanto a si la lluvia podría ayudar a propagar las bacterias en general. "Esa fue una de las motivaciones iniciales para probar algunos de estos experimentos, para ver si las bacterias en general podrían estar dispersas y permanecer vivas durante el proceso", apunta.