Los climatólogos Syukuro Manabe y James Hansen han sido los ganadores de la novena edición del premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de Cambio Climático por crear los primeros modelos computacionales para simular el comportamiento del clima y además predecir, acertadamente, cuánto subiría la temperatura de la Tierra por el aumento del CO2 atmosférico.
El jurado de esta edición ha reconocido a ambos por "el desarrollo de modelos matemáticos del sistema climático y por el uso pionero de estos modelos para proyectar la respuesta del clima a la tierra a los cambios en las concentraciones del CO2 atmosférico".
Actualmente, los científicos se basan en decenas de modelos climáticos para predecir la evolución del clima, modelos heredados de los de Manabe y Hansen. En concreto, las aportaciones del japonés Manabe se remontan a los años sesenta, cuando trataba de desarrollar un modelo numérico para simular el comportamiento de la atmósfera y se desconocía que las concentraciones de CO2 estaban aumentando en la atmósfera debido a la quema de combustibles fósiles, un proceso que ni se sospechaba podía tener consecuencias sobre el clima terrestre.
Manabe, recién doctorado en Japón, investigaba en meteorología y en 1958 viajó a Estados Unidos para trabajar con un colega del US Weather Bureau en Washington. El científico incorporó a su investigación el uso de computadoras y creó el primer modelo de circulación atmosférica global, que tenía en cuenta elementos como el vapor de agua, los vientos o el transporte del calor en la atmósfera. Para entender este último punto, era indispensable introducir en el programa los gases de efecto invernadero.
A finales de los años sesenta, Manabe, en su puesto como investigador en la agencia estadounidense de la Atmósfera y el Océano (NOAA), desarrolló su modelo y predijo que si la concentración de CO2 se duplicaba, la temperatura global subiría dos grados, una predicción teórica basada en pocos datos, y que no podía ser puesta a prueba debido a la ausencia, por aquel entonces, de un registro fiable de temperaturas a escala planetaria.
Por su parte, a finales de los sesenta, el estadounidense James Hansen se acababa de doctorar en Física por la Universidad de Iowa. Había estudiado en el programa de ciencia espacial dirigido por James Van Allen (pionero en el estudio del campo magnético terrestre) y su formación incluyó estancias como becario en la agencia espacial NASA y viajes al departamento de Astronomía de la Universidad de Tokyo, donde, según cuenta, estudió varios trabajos de Manabe.
En 1967, entró a trabajar en el Instituto Goddard para Estudios Espaciales, de la NASA, investigando atmósferas planetarias y, en particular, la atmósfera de Venus. Su trabajo contribuyó a establecer que las altísimas temperaturas actuales en Venus se deben a un efecto invernadero exacerbado. Durante esa década, los científicos empezaron a constatar que se estaba produciendo un aumento de las concentraciones de CO2 atmosférico aunque se desconocía si esto afectaría al clima de la Tierra.
Hansen pensó que era mucho más importante estudiar el clima del propio planeta -como ha reconocido posteriormente en un encuentro con la prensa- y se dedicó entonces a investigar el clima terrestre, y desarrolló un modelo independiente del de Manabe. Su predicción fue que la temperatura terrestre aumentaría en 4 grados centígrados.
Hansen publicó su predicción en 1981 en la revista 'Science', un trabajo que por primera vez incorporó datos globales de temperatura de la Tierra, gracias a que el propio Hansen desarrolló una nueva metodología para procesar la información de las estaciones meteorológicas disponibles, y además predijo los efectos del calentamiento sobre otros procesos, como la circulación oceánica, la disminución del hielo en el Ártico o las sequías y las inundaciones.
Las predicciones de Hansen "han resistido el paso del tiempo", según el acta del jurado de los galardones, que también destaca que Hansen y Manabe "cuantificaron los factores de los que depende la variación de las temperaturas en la superficie terrestre", y desarrollaron "métodos de análisis que se han vuelto esenciales en el estudio de la evolución del clima".