Un estudio llevado a cabo por el Southwest Research Institute de Estados Unidos ha analizado la similitud en la composición isotópica de oxígeno entre la Tierra y la Luna. Estos datos sirven para reafirmar la teoría de que el satélite se formó tras un gran impacto.
Un planeta de dimensiones similares a Marte llamado Theia, en honor a la madre de Selene en la mitología griega, colisionó contra la Tierra hace 4.500 millones de años. Tras el gran impacto, la Luna se habría formado con escombros expulsados y organizados en un disco que orbita la Tierra, tras la colisión de un proto-planeta menor contra la Tierra primitiva.
La simetría de la colisión provocó la composición del disco, al ser extremadamente similar a la del manto del planeta definitivo, sobre una gama estudiada de ángulos de impacto y velocidad relativamente amplia, y en consonancia con las similitudes de composición Tierra-Luna.
"La colisión fue tan poderosa que es difícil para los mortales imaginarla, pero el asteroide que mato a los dinosaurios se cree que poseía el tamaño de la isla de Manhattan, mientras que Theia habría tenido el tamaño del planeta Marte," agregaron los científicos en el estudio.
El choque habría liberado tanta energía que habría derretido y vaporizado a Theia y mucho del manto de la Tierra. Entonces la luna se habría condensado a partir de una nube de vapor de roca que al mismo tiempo se habría adherido a la Tierra.
Un estudio del que se hace eco la revista Nature. elaborado por las investigadoras Matija Cuk y Sarah T. Stewart, demuestra que la interacción resonante entre la Luna y el Sol temprano -conocida como la resonancia de evección- podría haber disminuido el momento angular del sistema Tierra-Luna poco después del impacto que formó el satélite.
"Al permitir un impulso inicial mucho más alto del sistema angular Tierra-Luna, el trabajo de Cuk y Stewart permite que, por primera vez, los impactos puedan producir directamente un disco apropiadamente enorme, y con una composición igual a la del manto del planeta", dice Canup.
"La probabilidad final de cada escenario de impacto deberá ser evaluada para mejorar los modelos de formación de planetas terrestres, así como una mejor comprensión de las condiciones necesarias para el mecanismo de resonancia de evección", ha concluido.