Experimentos
Naturaleza versus crianza: El increíble experimento de unos científicos que criaron al mismo tiempo a un chimpancé y un bebé
El experimento tenía que ser, en un principio, de cinco años, pero los resultados perturbaron a los científicos y lo dejaron a los nueve meses.
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En muchas ocasiones se ha podido ver como animales como los chimpancés han mostrado reacciones muy parecidas al comportamiento humano. No es de extrañar que estos animales presenten algunas similitudes con las personas y esto ha abierto muchas líneas de investigación en el ámbito de la ciencia, sobre todo en el de la psicología. De ahí, nace el curioso caso que se va a desarrollar donde una pareja de psicólogos decidió criar a su hijo junto a un chimpancé de siete meses.
El Daily Mail ha contado el desarrollo de un experimento llevado a cabo en los años 30, concretamente al principio. Los autores son los psicólogos Winthrop y Luella Kellogg. Ambos decidieron hacer un experimento en el que involucraban a su hijo Donald, de diez meses, con una chimpancé de siete meses llamada Gua.
El objetivo de este experimento es saber si es posible educar a un simio y enseñarle a comunicarse como un humano, tal y como se proponían hacer con su hijo. Esto, en un principio iba a durar cinco años, pero ambos progenitores abandonaron la prueba científica a los nueve meses, cuando notó cambios escalofriantes en el comportamiento del bebé humano.
Desarrollo del experimento
El ideólogo fue Winthrop tras contemplar el experimento de los 'niños lobo' de la India, donde un grupo de niños adoptaron el comportamiento de los lobos tras criarlos lejos de la civilización. Sin embargo, ambos científicos no consideraron ético criar a su hijo en la naturaleza, por lo que decidieron traer al animal a casa y criarlo junto a su hijo pequeño, de la misma forma que al ser humano.
Parte del proceso de investigación, estaba vestir a la chimpancé como al niño, incluyendo pañales. Lo despertaban de la misma forma que al bebé, comía en tronas, lo transportaban en un carro de bebé y dormía en una cama. Además, todas las noches recibía un beso de despedida de los psicólogos.
El siguiente proceso era intentar enseñarle a Gua las mismas habilidades que iban a enseñar al niño y descubrieron que, fascinantemente, el animal aprendió a comer con cuchara, a beber en vaso, a abrir puertas, etc. Y esto, todo mucho antes que lo hiciera el pequeño de la familia.
Experimentos crueles
El vínculo entre el bebé y el chimpancé a raíz de pasar tanto tiempo juntos se convirtió en fraternal. Pero ambos fueron sometidos a experimentos que, en ocasiones, rozaban el límite de lo cruel. En alguno de los vídeos grabados por los científicos sobre el animal y su hijo, se puede ver como realizaban algunos experimentos que suponían un grado de estrés y molestia alta para los pequeños. Es el caso de un experimento que consistía en disparar un arma a pocos centímetros de sus oídos para saber quién de los dos reacciona antes. El resultado fue que ambos se estremecieron al mismo tiempo y Gua saltó a los brazos de uno de ellos buscando seguridad.
Otro de los experimentos que resultaban inquietantes es uno donde Wintrhop y Kellogg se burlaban de los pequeños hasta causarles incomodidad y angustia e incluso les golpeaban la cabeza con cucharas para escuchar la diferencia de sonido al chocar con el cráneo.
A ambos se les controlaba la presión arterial, la memoria, el tamaño corporal, los garabatos, reflejos, percepción de profundidad, vocalización, locomoción, cosquillas, fuerza, destreza manual, resolución de problemas, miedos, equilibrio, miedo, escalada, obediencia, captación, comprensión del lenguaje, capacidad de atención, etc. Entre ellos, destaca que la pareja estaba algo obsesionada con que Gua aprendiera a hablar.
El resultado de los experimentos más crueles y los más tranquilos es que Gua acabó teniendo un ritmo de desarrollo más rápido que Donald: aprendió a responder a 95 frases como "muéstrame tu nariz" y "besa a Donald". Sin embargo, este desarrollo se paró en un punto determinado y fue alcanzado y superado por Donald, sobre todo respecto al habla.
Un resultado tétrico
Lo que los psicólogos no se esperaban es que su experimento tuviese que suspenderse antes de tiempo debido al comportamiento de su hijo Donald. El pequeño comenzó a comportarse de forma parecida a la chimpancé: caminaba a cuatro patas arrastrando los nudillos, mordía a la gente y compartía un lenguaje con Gua a través de ladridos y gruñidos.
Debido al miedo de que su hijo se quedara atrás respecto a otros niños y a que Gua intercediera mucho en su crecimiento, decidieron devolver a la chimpancé al cautiverio y se convirtió en objeto de otro experimento. Mientras que Donald, creció hasta los 43 años, pero se quitó la vida en 1973.
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