Un grupo de geofísicos ha descubierto que el núcleo de la tierra rota mucho más despacio de lo que se creía previamente afectando a nuestro campo magnético, según un artículo publicado en la revista Nature Geoscience.
El estudio desarrollado por el Departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Cambridge, indica que el núcleo de la tierra gira mucho más despacio del grado anual que se pensaba, ya que en realidad la velocidad de rotación es menor de un grado cada millón de años.
El núcleo interno de la Tierra crece muy despacio a medida que el fluido exterior se va solidificando sobre la superficie del núcleo externo, afirma la investigación firmada por Lauren Waszek, y la diferencia en la velocidad hemisférica este-oeste de este proceso queda congelada en la estructura del núcleo interno.
"Hemos descubierto que la velocidad de rotación proviene de la evolución de la estructura hemisférica, y así demostramos que los hemisferios y la rotación son compatibles", explica Waszek.
Hasta ahora, señaló el geofísico de la Universidad de Cambridge, este era un importante problema de la geofísica "ya que las rápidas velocidades de rotación eran incompatibles con los hemisferios observados en el núcleo interno, puesto que no permitían tiempo suficiente para que las diferencias se congelasen la estructura".
Para obtener estos resultados, los científicos utilizaron ondas sísmicas que atravesaron el núcleo interno, 5.200 kilómetros bajo al superficie de la tierra, y las compararon con el tiempo de viaje de las ondas reflejadas en la superficie del núcleo. Posteriormente, observaron las diferencias en la rotación de los hemisferios este y oeste, y comprobaron que giran de manera consistente en dirección este y hacia dentro, por lo que la estructura más profunda es más vieja.
Estos hallazgos son importantes porque el calor producido durante la solidificación y el crecimiento del núcleo interno dirige la convección del fluido en las capas externas del núcleo. Estos flujos de calor son los que crean los campos magnéticos, que protegen a la superficie terrestre de la radiación solar, y sin los que la vida en la Tierra no podría darse. Waszek dijo que estos resultados "nos aportan una perspectiva adicional para comprender la evolución de nuestro campo magnético".