Obeliscos

Los obeliscos a la conquista de las bacterias: "Podrían ser restos de aquel mundo primigenio, de los primeros pasos de la vida"

¿Y si el comienzo de la vida no es el que nos han contado? La ciencia ha hecho un descubrimiento espectacular, los obeliscos. Aquí te contamos de qué se trata.

Encuentran un tercer estado entre la vida y la muerte

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Hasta ahora entendíamos la vida como el opuesto de la muerte, y viceversa. O una cosa o la otra, pero la escala de grises no se contempla. Sin embargo, la ciencia muchas veces nos hace abrir la mente hacia nuevas posibilidades y esto es lo que ocurre con el hallazgo de los 'obeliscos', unas criaturas que traspasan la barrera de la vida tal y como la conocemos hasta este momento.

La semana pasada decidisteis en nuestra encuesta de WhatsApp que os contásemos qué son estos "bichos" y para ello hemos contado con la ayuda de Marcos Peña, científico titular de CSIC, y con María José López Galiano, investigadora postdoctoral. El tema no es sencillo de explicar, ya que el estudio de estas moléculas está echando a andar y, como dijo Sócrates, "solo sé que no sé nada".

Los obeliscos "son moléculas de ARN que son circulares, pero que para ser más estables lo que hacen es adoptar una forma como de varilla y de ahí viene el nombre de obelisco", explica María José. El ARN es un ácido nucleico y Marcos indica que el estudio partió de la sospecha de "la existencia de nuevos agentes infecciosos en el mundo, no solo virus, y la idea era que tenía que haber en más sitios. Teníamos ya la pista de que existían en el medio ambiente, pero no encontrábamos los hospedadores de los mismos. Había que buscar en diferentes lugares y fue idea de nuestros colaboradores en Stanford los que quisieron buscar específicamente en, vamos a llamarlas muestras un poco atípicas, en este caso eran muestras de heces. También buscaron en muestras de mosquitos y en diferente y extraños lugares" y ¡eureka! Así encontraron los obeliscos.

Pero, ¿para qué sirven estas moléculas de ARN? Marcos y María José se miran y sonríen: "Es una buena pregunta", empieza ella a contarnos. "La verdad es que con la información que disponemos ahora no podemos aventurar qué es lo que pueden hacer, pero sí que es llamativo encontrar estos elementos en unas bacterias y no encontrarlos en otras. Por lo tanto, esto tal vez en un futuro lo podamos usar como una herramienta para poder manipular a la propia bacteria y un poco controlar la forma que tiene para crecer, para infectar, e incluso combatir en caso de que sea resistente al antibiótico". Marcos añade: "Lo poco que hemos descubierto es que únicamente parecen estar en bacterias. Se multiplican eficientemente en los organismos más sencillos que hay en el planeta, que son las bacterias, y se acumulan a unos niveles muy elevados. La sorpresa que hemos tenido intentando conocer qué es lo que pueden estar haciendo es que, por lo poco que sabemos, en el laboratorio hemos visto que parece que no hacen nada. Cuando la bacteria no los tiene, se comporta igual y esto es algo que es sorprendente y nos extraña mucho que una bacteria que esté acumulando miles de moléculas en su interior no le esté afectando, pero es probablemente la situación en la que está en el laboratorio. En la realidad, le debe dar alguna ventaja o algún inconveniente tenerlo y esto es algo que nos gustaría saber. Si le da un problema, lo podemos utilizar como herramienta para luchar contra bacterias, pero si igual le da una ventaja, igual podemos usarlo para producir proteínas u otra cosa que permita crecer las bacterias de forma más eficiente".

Lo cierto es que al estar en una fase tan incipiente son más las preguntas que las respuestas, pero precisamente en ese lienzo en blanco que se extiende ante los investigadores está la grandeza del descubrimiento. Se trata de un océano lleno de posibilidades tanto para el futuro como para entender el pasado, o más concretamente, el origen de la vida tal y como la entendemos hoy en día.

Marcos Peña nos explica que "desde el descubrimiento de los viroides, que solo estaban en plantas, mucha gente se dio cuenta de que esto podría explicar lo que podrían ser los primeros entes replicantes, que de alguna forma no necesitarían ni células para infectar, sino que podrían usar otras herramientas más primitivas para replicarse a sí mismos y era una hipótesis que tenía mucho calado científico. Lo que estamos viendo ahora es que estos elementos no son solo curiosidades de plantas, sino que están en todas partes y los tenemos en bacterias. Son una cosa curiosa, podrían ser restos de aquel mundo primigenio, de aquellos primeros pasos de la vida en la que de alguna forma existieron unos elementos de ARN que podrían formarse por azar y que tenían la capacidad de replicarse autónomamente. Esto luego lo han ido perdiendo, y han ido infectando las células y también han llegado a evolucionar, pero quedarían restos de aquel mundo. Han permanecido como fósiles de aquel mundo que pudo existir antes de la vida, tal y como la conocemos".

Tal y como dice Marcos, "han levantado la alfombra y han encontrado esto". "El primer paso es trabajar con la bacteria que sabemos que lo tiene que es el Streptococcus sanguis en el laboratorio de forma aislada y una vez que las conozcamos, tal vez podamos ampliar la forma de crecimiento en otras bacterias", indica María José para que después puntualice Marcos: "Lo que no hemos dejado todavía claro es que hemos encontrado miles y miles de estos obeliscos distintos, que creemos que deben estar en bacterias distintas, pero únicamente hemos encontrado un ejemplo claro directo de relación que es la cepa de Streptococcus sanguis y lo curioso es que casi la mitad de la población tiene el obelisco replicándose en esa bacteria y la otra mitad no lo tiene. Nos interesa ver cómo puede pasar de unas bacterias a otras, qué efectos tiene".

El futuro parece prometedor, pero se necesita tiempo. Tiempo para la ciencia, tiempo para las certezas y además de tiempo financiación. Esa es la gran reclamación de estos investigadores que aunque confiesan disfrutar mucho con su trabajo reconocen que la situación es "mala" por unas condiciones laborales en las que la "temporalidad" y la falta de financiación son dos piedras de difícil salvación.

Porque después todos querremos beneficiarnos de esos avances que hoy son solo un tal vez, y que mañana pueden salvar vidas: "Hay estudios, sobre todo relacionado con cánceres donde han visto que hay moléculas de ARN circulares, que no se sabe muy bien lo que hacen, pero que han visto que en algunos tipos de cánceres se acumulan más o menos. Tal vez, cuando conozcamos lo que hace este elemento nos dé el conocimiento para poder aplicarlo a otros campos".

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