Para conseguir la proeza del Apolo 11, los científicos debían conocer y estudiar primero las consecuencias de la exposición prolongada a la gravedad cero. Estadounidenses y soviéticos, que hace medio siglo lideraban la carrera espacial, recurrieron a animales para determinar si era viable enviar a un ser vivo al espacio y traerlo de vuelta a la Tierra sano y salvo. Según documentos de la NASA, los primeros en viajar al espacio exterior fueron unas moscas de la fruta en 1947 . Volaron a una altura de unos 100 kilómetros dentro de un cohete, el V2 tomado como botín de guerra a los alemanes. No ha trascendido si estas moscas tuvieron nombres propios pero sí que lo que los científicos querían estudiar con su viaje era los efectos de la radiación a gran altitud.
Genéticamente, esta especie tiene mucho más en común con el ser humano de lo que podríamos imaginarnos
Genéticamente, esta especie tiene mucho más en común con el ser humano de lo que podríamos imaginarnos. Alrededor del 75% de todos los genes causantes de enfermedades presentes en los seres humanos tienen análogos en el código genético de la mosca de la fruta. Por lo tanto, estudiar estas moscas puede enseñarnos mucho sobre nuestra propia composición genética , de ahí que sea una de las razones de peso por las que estos insectos son tan populares entre los investigadores biológicos.
Científicos de la NASA con el chimpancé Hams | NASA
Monos en el espacio
Albert II, se convirtió en el primer mono en el espacio el 4 de junio de 1949
Un año más tarde, en 1948, un mono llamado Albert I fue el primero de su especie en viajar al espacio . De la misión hay muy poca información y su final fue trágico. Murió por un fallo en el cohete antes de alcanzar la altitud máxima. Le tomó el testigo Albert II, que se convirtió en el primer mono en el espacio el 4 de junio de 1949. Llegó a una altitud de 134 km, pero murió en el impacto cuando falló el paracaídas. Más tarde, otros dos monos, Albert III y Albert IV, también murieron por errores en sus cohetes. En total, 32 monos han volado en el espacio, incluidos: macacos, monos ardilla y macacos de cola de cerdo. También han enviado al espacio chimpancés.
En 1950 fue el turno del primer ratón, que no sobrevivió al impacto del reingreso.
Un año después, la NASA se anotó un gran tanto con el viaje del primer mono que sobrevivió a un vuelo espacial: Yorick, que cubrió el trayecto junto con 11 ratones. Los macacos filipinos Patricia y Mike subieron a la mayor altura nunca antes alcanzada por un primate: 58 kilómetros. Patricia iba en posición sentada y Mike acostado boca abajo, a fin de evaluarse en cada caso los efectos de la rápida aceleración. Con ellos volaron los ratones Míldred y Albert. Los cuatro animales sobrevivieron sin daños.
Científicos japoneses | NASA
La Unión Soviética competía con Estados Unidos en la carrera espacial. 1951 fue un año muy activo de pruebas con animales soviéticos, que volaron en parejas. En agosto, Dezik y Tsygan se convirtieron en los primeros perros astronautas suborbitales, es decir, que llegaron a los 100 kilómetros de altura pero no dieron la vuelta a la Tierra. De cinco lanzamientos siguientes, dos terminaron con la muerte de sus pasajeros caninos.
la historia más mediática es la de la perra Laika
Laika hace historia
Sin duda, la historia más mediática es la de la perra Laika. Los soviéticos lanzaron a la órbita terrestre el 3 de noviembre de 1957 en el Sputnik 2, el segundo satélite artificial que lanzaban al espacio. Para ir a bordo del segundo Sputnik se seleccionaron tres perros de raza indefinida, todos recogidos en las calles de Moscú: Albina, Laika y Mukha. Los científicos rusos preferían estos animales, pensando que si habían sobrevivido a las duras condiciones de la vida en la calle, sin duda serían ejemplares vigorosos. De los tres, Laika (que significa “Ladradora”, en ruso) resultó el de temperamento más dócil, así que al final le correspondió a ella el dudoso honor de ser el primer ser vivo en realizar un vuelo orbital. Viaje sólo de ida, claro. La tecnología de la época no permitía ningún intento de recuperación.
Cientificos con ratones | NASA
Pese a que se había previsto que Laika sobreviviera una semana dando vueltas a la Tierra, la alta temperatura dentro del habitáculo y el estrés hicieron que su corazón se detuviera a las pocas horas. El cohete partió desde Kazajistán a las cinco y media de la mañana y alcanzó su órbita sin novedad. Eso sí, según reconoció muchos años después Adilia Kotóvskaya, la científica que entrenó a la perra, su corazón se aceleró hasta las 260 pulsaciones por minuto, tres veces más de lo normal, pero después el ritmo cardíaco se normalizó.
El satélite se construyó a toda prisa para lanzarlo en el aniversario de la revolución soviética y no estaba diseñado para separarse del cohete portador, el sistema de refrigeración no funcionó como estaba previsto y la cabina empezó a recalentarse casi desde la misma entrada en órbita. La cápsula de Laika llegó a registrar más 43ºC . Al cabo de unas horas, el animal sucumbía, probablemente a causa de un síncope por hipertermia. Su nave le sobreviviría seis meses justos, antes de desintegrarse en la atmósfera entre el Caribe y América del Sur. Se calcula que Laika vivió unas 6 o 7 horas después del despegue, sin embargo, la versión oficial asegura que todo fue bien y que murió al octavo día por sustancias tóxicas y sedantes suministradas en la comida para evitarle una muerte dolorosa.
Los primeros supervivientes
“Nos anima a pensar que un animal puede estar expuesto a las condiciones del entorno espacial sin tener alteraciones indebidas en su fisiología, y uno puede razonablemente esperar que la misma situación se aplique al ser humano”, decía el coronel Robert Holmes, de Estados Unidos, en una rueda de prensa de la NASA poco después de lograr que varios animales regresaran sanos y salvos. El viaje del ser humano al espacio estaba más cerca.
El viaje del ser humano al espacio estaba más cerca
La ardilla Gordo, Ham el chimpancé o el gato Félix fueron otros de los animales que experimentaron lo que es despegar en un cohete espacial y viajar al espacio. Hasta 2013, solo siete países habían desarrollado misiones en las que participaran animales enviados al espacio. Las naciones responsables de estos viajes han sido hasta ahora Estados Unidos, la antigua Unión Soviética, Francia, Japón, China, Argentina e Irán. El último tripulante animal fue un mono iraní que viajó en 2013 y que según los científicos les permitirá enviar a un ser humano al espacio en un plazo de 5 años.
A medida que las agencias espaciales mundiales trabajan a contrarreloj para poder llevar a los humanos a Marte en la década de 2030, las cuestiones de supervivencia en el espacio también se están explorando con la ayuda de los animales.
En septiembre de 2007, por ejemplo, los científicos afirmaron que unas criaturas invertebradas de ocho patas, minúsculas, conocidas como "osos de agua", o tardígrados, podían sobrevivir en el vacío, a las temperaturas extremas y la radiación ultravioleta del espacio abierto. En 2014 científicos japoneses anunciaron la supervivencia de esperma de ratón que se había liofilizado y enviado durante nueve meses a la Estación Espacial Internacional. Una vez en la Tierra, el esperma se utilizó para fertilizar embriones in vitro para producir descendientes sanos que crecieron hasta convertirse en ratones adultos normales.
En la actualidad, según la NASA, se realizan experimentos con animales en la Estación Espacial Internacional “cuando es absolutamente necesario”. Los científicos intentan encontrar primero respuestas en modelos informáticos o directamente en los astronautas, pero hay algunos experimentos, como los que exigen llevar una dieta controlada, que, según la agencia, solo pueden llevarse al cabo con animales.