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El primer satélite enviado al espacio
El Sputnik a la venta..., o al menos los modelos de prueba originales
El Sputnik, el primer satélite terrestre mandado al espacio, era poco más grande que una pelota de playa hecha de aluminio, con un transmisor de radio en su interior que emitía una serie regular de pitidos de radio.
Hace 60 años, el 4 de cotubre de 1957, la Unión Soviética lanzó el Sputnik, el primer satélite terrestre mandado al espacio. Era poco más grande que una pelota de playa hecha de aluminio, con un transmisor de radio en su interior que emitía una serie regular de pitidos de radio, pero sirvió para que la Guerra Fría llegase al espacio exterior.
El miércoles pasado, y con motivo del 60º aniversario de su lanzamiento, una réplica del famoso satélite ha sido puesta a la venta en la casa de subastas internacional Bonhams, Nueva York, como parte de su colección 'Venta de aire y espacio', entre la que se puede encontrar otros artículos como el arnés, con cámara y tanque de oxígeno para los monos que fueron enviados al espacio, precediendo a los astronautas de las misiones Mercurio de Estados Unidos.
El Sputnik original se quemó en su reentrada a la atmósfera tres meses después de su lanzamiento. Pero los modelos de prueba, supuestamente del laboratorio donde los construyó el legendario Sergei Korolev, han aparecido en museos y colecciones en los últimos años. "Algunos son más auténticos que otros", afirmó el periodista e historiados espacial Robert Pearlman.
La réplica a la venta fue construida para realizar pruebas electromagnéticas, de acuerdo a la documentación que la acompañaba, y viene completa, incluido un receptor de radio de la antigua Alemania Oriental que emite los icónicos pitidos del satélite.
Adam Stackhouse, que organizó la venta, dijo que lo habían obtenido a través del intermediario de un coleccionista en Austria. Fue verificado por un experto en hardware espacial ruso, pero Stackhouse admitió que no tenían forma de saber si la réplica procede de la empresa que absorbió el laboratorio de Korolev, Energia.
Esta réplica fue sometida a una prueba crucial el pasado viernes cuando Stackhouse encendió la radio y activó la batería del Sputnik. En cuestión de segundos, los rítmicos pitidos comenzaron a sonar.
En otoño de 1957, especialmente en Estados Unidos, la gente era capaz de sintonizar aquellos pitidos. De esta manera surgió una nueva inquietud, la humanidad alzó la vista al cielo e imagino lo que le depararía el futuro.
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