Medusas conocidas como ortigas del mar del Pacífico se muestran en el acuario de Nausicaá

Publicidad

PRIMERA EXPOSICIÓN PERMANENTE EN ALTA MAR

Los tesoros marinos de la isla colombiana de Malpelo emergen en Francia

Malpelo es un islote rocoso que no ofrece mucho atractivo en los 300 metros que sobresale sobre el nivel del mar, sin embargo en sus 4.000 metros de profundidad deslumbra su belleza. Un espectacular tanque de 10.000 metros cúbicos se ha convertido en la primera exposición permanente en alta mar. Al otro lado del cristal se ven bancos de pequeños peces y otros animales mayores, como tres meros gigantes, tiburones, mantas y arenques. No falta la reproducción de una falla submarina.

La isla de Malpelo, ubicada a más de 500 kilómetros del litoral pacífico de Colombia, posee un ecosistema único en alta mar que ha encontrado su réplica en una pecera gigante de la costa atlántica francesa.

A simple vista, ese islote rocoso no ofrece mucho atractivo en los 300 metros que sobresale sobre el nivel del mar, pero es una vez dentro del agua, en sus 4.000 metros de profundidad, cuando deslumbra toda su riqueza. La idea de esa diversidad escondida es la que se ha querido llevar a la superficie en el acuario de Nausicaá, el Centro nacional del Mar en la localidad de Boulogne-sur-Mer, en el norte de Francia.

Su nueva exposición permanente, la única en el mundo de alta mar, ha requerido la construcción de un espectacular tanque de 10.000 metros cúbicos, donde se hallan algunas de las mismas especies que habitan ese remoto enclave como tiburones, mantas y arenques.

"Hemos elegido Malpelo, por donde circulan corrientes marinas que pasan también por las islas Galápagos y por las que se mueven peces migratorios. La vida allí es extraordinaria", afirma el director de Nausicaá, Philippe Vallette.

La muestra comienza con un viaje sonoro y visual a las profundidades del océano, ese universo en gran parte desconocido, en el que un grupo de medusas, concretamente ortigas de mar del Pacífico, dan la bienvenida con sus pomposos tentáculos. No falta la reproducción de una falla submarina de siete metros donde se aprecia el movimiento de los peces a diferentes alturas, ni tampoco las cuevas y los abismos que tantos tesoros secretos siguen albergando.

Al otro lado del cristal se ven bancos de pequeños peces y otros animales mayores, como tres meros gigantes que parecen seres inertes si no fuera por su ligero movimiento de ojos y aletas. En el gran tanque, que incluye un túnel de 18 metros, se concentran muchas de las especies que, sin proceder directamente del área protegida de Malpelo, recrean lo que hay allí, según Vallette.

El responsable precisa que han traído de Australia diez ejemplares de tiburón martillo que se están adaptando, mientras que otras especies han sido cultivadas para el acuario en exclusiva en piscifactorías de Asia y Estados Unidos.

La cuidadora Mélanie Chavanon supervisa el estado de los peces: "Todos los días por la mañana nos aseguramos de que están bien, preparamos la alimentación para cada uno de ellos y se la damos de la forma que necesitan", indica.

Para ello se sumerge en la peculiar piscina con su traje de buceo y ve la cara de los visitantes "maravillados", a quienes recomienda "poner atención si quieren ver el comportamiento diferente de cada animal". Corales, algas y anémonas también tienen su espacio en el acuario, al igual que en Malpelo, refugio que ofrece nutrientes y descanso a una gran diversidad de fauna en mar abierto.

Un verdadero oasis, en palabras del director del centro francés, que reconoce los esfuerzos de la bióloga marina Sandra Bessudo por protegerlo durante décadas. El Gobierno de Colombia lo incluyó en 1995 como santuario en su lista de parques nacionales y en 2002 la Organización Marítima Internacional prohibió la entrada en la zona a los buques comerciales en dirección al Canal de Panamá.

En 2006 dicha área protegida fue reconocida por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) como patrimonio mundial natural y desde entonces se ha extendido a más de 27.000 kilómetros cuadrados. Malpelo es solo una ventana abierta a las zonas en alta mar y, ahora que tiene su réplica en Europa, Vallette espera que crezca la sensibilidad del público a favor del cuidado de esas áreas, que ocupan más de la mitad de la superficie de los océanos.

Publicidad