Exposición
El arte inmersivo, la última propuesta de los museos para disfrutar de los clásicos desde otro punto de vista
Los museos han comenzado a apostar por exposiciones inmersivas, salas que invitan a los visitantes a volver a mirar a los clásicos desde otro punto de vista.
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Acercarse a la obra de Goya con una lupa gigante y sumergirse en 'Los fusilamientos del 3 de mayo', acostarse en la cama de la famosa habitación de Van Gogh o vernos rodeados por un infierno digital inspirado en 'El Jardín de las Delicias' del Bosco. Son exposiciones inmersivas, la última propuesta de los museos y salas que invitan a los visitantes, acompañados de música, luces y cualquier medio tecnológico, a volver a mirar a los clásicos desde otro punto de vista.
Son el complemento perfecto a una visita tradicional al Museo del Prado. Después de ver los originales de sus obras maestras, podemos ver a Goya al milímetro en #INGOYA en el Centro Cultural de la Villa de Madrid con salas donde las pantallas sustituyen a las paredes, donde se proyectan a gran escala sus obras más famosas: podemos observar desde las pinceladas y la forma de trabajar del maestro, hasta sumergirnos en 'Los fusilamientos del 3 de Mayo'.
Otro clásico que podemos ver en el Museo del Prado, 'El Jardín de las Delicias' del Bosco tiene toda una exposición en el Centro de Creación Contemporánea del Matadero de Madrid, con obras de artistas actuales que reinterpretan la obra maestra del siglo XVI.
Artistas como Cassie McQuater, Filip Custic, Lusesita, La Fura dels Baus- Carlus Padrissa, Mu Pan, Dan Hernández, Enrique del Castillo, o Dave Cooper nos invitan a remirar al Bosco a través de la inteligencia artificial y la animación digital.
Una experiencia para los sentidos
Aquí nos sumergimos en un infierno digital con pantallas que nos envuelven con los pecados y castigos de la sociedad moderna: la dictadura de las redes sociales, las adicciones actuales a medicamentos, drogas o al azúcar,...
En la exposición 'Meet Vincent Van Gogh', también en Madrid se puede tocar, sentarse en los cuadros o acostarse en la cama del dormitorio del pintor neerlandés. Es una experiencia para los sentidos que ayuda a introducirse en el mundo del pintor. Es, además, no solo apta para todos los públicos: está pensada y diseñada para que los niños y niñas puedan tocar, pintar y recrearse en las imágenes y colores que creó el pintor en la segunda mitad del siglo XIX.
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