El caso es leer. Porque cada vez que abrimos un libro se produce la magia de la creación, porque cada libro es distinto en manos de cada lector, porque el hecho de la literatura solo se completa cuando recorremos las páginas que alguien escribió, y cerramos un círculo que se cerrará de forma distinta tantas veces como lo lea. Y al final da lo mismo, literatura de adquisición o de consumo, que entretenga o te cambie la vida. Detrás de un clásico un best seller, y así conocer de verdad nuestra cultura, nuestro tiempo, las cosas que mueven al mundo. Buscar nuestro lugar. Nuestra página, nuestra cita. Buscar. Leer. Vivir.
Deberíamos empezar desde pequeños, deberíamos hacer amar a los niños la lectura, y dejar de machacarles con los planes académicos que construyen antilectores a fuerza de Mesteres de Juglaría, Berceos y demás. Tal vez leerles cada noche, entonando, y contarles historias que les acompañen en sus sueños, que conserven en la memoria o que olviden, para pasar al siguiente, para buscar más. Que se acostumbren a la magia de una historia bien contada, a la sugerencia de un paisaje o un universo, a un punto de vista, a una visión, que vaya conformando la suya propia.
Tengo un recuerdo de cada uno de los libros de mi biblioteca. Sé donde me lo compré, o quien me lo regaló, si está firmado recuerdo el momento, la espera, la dedicatoria del autor, la anécdota, el momento preciso, recuerdo el tacto de su papel, de la cubierta, el peso, porque mi vida se ha hecho con cada uno de los libros que he leído, que poseo, que me prestaron, que vendí, que regalé. Y aunque no pueda recordar con detalle la mayoría de los argumentos, los detalles, la historia, tengo una sensación muy precisa de cada lectura, el poso que me dejó, hasta el momento en el que me lo leí. Y por eso, cuando los recomiendo sé a quien le va a gustar, y cuando, y le envidio.
He devorado con pasión y a veces sin orden todo lo que ha caído en mis manos. En función de mi edad, de mi situación y del momento he leído una cosa u otra como si de alguna forma fueran los libros los que me hubieran elegido a mí. He crecido con ellos. Me han educado, me han ayudado, me han descubierto, me han enseñado. Yo soy los libros que he leído y no cambiaría la emoción de algunas lecturas por casi nada en el mundo, tal vez solo por poder leer de nuevo algunos de ellos con ojos vírgenes, como la primera vez. Sentir de nuevo la sorpresa, la emoción, el placer.
Pero no hay apenas tiempo para releer. Queda tanto por leer. Dentro de poco se llenarán las mesas de nuevo de novedades. Buscad el vuestro, hurgad, oledlos, ojeadlos, hacedlos vuestros: este es el momento. Es primavera. La vida está llena de libros.