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Abrió sus puertas en 1962 como chiringuito. La ilusión de sus dueños, Hans y Marketta Schilling, fue convertirlo en restaurante y bautizarlo como El Bulli, en honor a los perros bulldog del matrimonio.
Dos años después, el suizo Otto Muller dirigió las primeras creaciones, todavía sencillas.
El primer éxito de El Bulli llegaría en 1976 con Jean-Louis Neichel al mando de los fogones. El restaurante logró su primera Estrella Michelín y dos años más tarde le llegarían otras dos con la entrada de Juli Soler como director y Jean-Paul Vinay como chef.
Y en 1983 llegó Ferrán Adrià para incorporarse como jefe de oficio y un año después se convierte en chef junto a Christian Lutaud. Tendría que esperar hasta 1987 para quedarse en solitario como jefe de cocina.
El resultado: más de 38 premios en sus casi 50 años de experiencias culinarias y elegido cuatro veces Mejor restaurante del mundo. El Bulli ya era sinónimo de una figura única, el rey de la alta cocina avanzada: Ferrán Adrià, nombrado en 2006 cocinero más influyente del mundo.
El fin de un ciclo lleno de conquistas a los paladares de todo el mundo, pero el hervor de un nuevo proyecto fiel al espíritu Adrià, la fundación 'Bullifundation'. Un templo científico donde el cocinero investigará nuevos sabores para sus creaciones.
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