Más diáfano y luminoso, el emblemático y casi centenario espacio de Casa del Libro enclavado en la Gran Vía madrileña ha abierto sus puertas a los medios de comunicación, tras diez meses de reforma, con la escritora Almudena Grandes como madrina, acallando las voces de alarma que, en un primer momento, hablaron de su cierre.
"Madrid no sería Madrid sin la Gran Vía y esta tampoco lo sería sin Casa del Libro", ha afirmado la reciente Premio Nacional de Narrativa en un acto en el que ha estado acompañada por el nuevo director general de la empresa, Javier Arrevola. Superados los "problemas" que retrasaron hasta mañana la apertura oficial al público, Grandes ha disfrutado de un paseo por las remozadas instalaciones, con 300 metros cuadrados más en la segunda planta que compensan la pérdida de la tercera, en un edificio que próximamente albergará en los niveles superiores un hotel de lujo.
Fue en 1919 cuando, con la apertura de la primera línea de metro de Madrid, la que unía Sol y Cuatro Caminos, la editorial Calpe instaló en el suburbano un pequeño puesto, simiente de lo que hoy es Casa del Libro (en origen, El Palacio del Libro), que recaló en su sede histórica cuatro años después con un edificio de nueva planta que había de albergar "la librería más grande de España".
Además, se trataba de la primera vez que un comercio de este tipo eliminaba los mostradores y permitía a los posibles compradores que tocaran los ejemplares en una apuesta por la "venta por impulso". "Somos historia viva del Madrid de principios del siglo XX", ha destacado Arrevola antes de citar, por ejemplo, el uso del inmueble como sede de la 'Revista de Occidente' de Ortega y Gasset, al que el nuevo edificio dedicará un espacio, o como Oficina Central de Propaganda Republicana durante la Guerra Civil.
En recuerdo de ese bagaje se ha apostado por una reforma de "concepto moderno, mezclado con lo que era la Gran Vía a principios de la anterior centuria".
Unas 150.000 referencias aguardan al visitante, con el libro de bolsillo fácilmente accesible a la entrada, como se ha preocupado de preguntar Almudena Grandes; una planta íntegra dedicada al cómic y la novela negra y fantástica en el sótano; y con bancos acolchados juntos a los ventanales en las plantas superiores que hagan más visible el privilegiado emplazamiento de Casa del Libro en una Gran Vía centenaria que también está de estreno.