La nueva etapa que supuso el cambio del accionariado y de la cúpula directiva, propiedad desde 1990 de Andrés Cid Fernández, el pasado enero de 2011, ya anunció una drástica situación para el certamen de Miss España.
Ahora, más de un año después, los nuevos propietarios, Julio Martín, de la inmobiliaria Torrecasa, y su socia, Rosa María Fernández, no han podido rescatar al concurso de belleza más conocido, por lo que podría echar el cierre muy pronto, según ha adelantado La Razón.
Tras el revelo empresarial, Fernández, que asumió la dirección general, y el resto del equipo, formado por cuatro personas, han abandonado el proyecto, dejando a Miss España a la deriva. Además, la sede central, que se situaba en el centro de Madrid, frente al Palacio de Liria, se ha trasladado recientemente a la inmobiliaria que posee Julio Martín en Alicante.
La última gala de Miss y Mister España, celebrada en Sevilla, ya puso de manifiesto las horas bajas que sufría el certamen ya que no contó con los patrocinadores necesarios para lograr una buena repercusión mediática. La actual reina de la belleza, Andrea Huisgen, estudia pedir carta blanca a la organización.
Los escándalos acabaron con los patrocinadores
Las polémicas de los últimos años desvirtuaron el certamen, un hecho que conllevó a la desaparición de numerosos patrocinadores, con un descenso del 50% de los ingresos. Y no sólo ellos dejaron de creer en la empresa, también el jurado que hasta entonces presidían personalidades del periodismo como el académico Luis María Anson y Javier de Montini.
Uno de los escándalos más sonados fue el de la candidata de Alicante en 2002, que resultó ser una periodista infiltrada para destapar los secretos del concurso. Asimismo, destaca el caso de Paula Bustillo, Miss Cantabria 2007, conocida como "miss madre" y que fue descoronada por ello. "Creo que la organización creó la polémica para darse publicidad. Sabían de antemano que era madre", explica.
Bases controvertidas
El certamen de Miss España "ha quedado obsoleto", repiten las reinas de la belleza. Entre sus principales reivindicaciones están la modernización de las bases, la fidelización de los clientes y un mayor cuidado de la imagen de las representantes. "El certamen ha terminado convirtiéndose en una agencia de modelos: por contrato estás obligada a darles el 20 por ciento de todos tus trabajos durante los tres años siguientes a tu coronación", explica Raquel Rodríguez, Miss España en 1993.
Una de las principales luchas en los últimos años ha sido eliminar los "puntos machistas del concurso". Una batalla que ha liderado Ángela Bustillo, Miss Cantabria en 2007. Tras iniciar una batalla legal, consiguió cambiar las bases para que la maternidad no esté reñida con la representación de la belleza nacional.