No hay ninguna duda de que las actividades extraescolares, sobre todo las deportivas, la música y otras actividades artísticas, tienen efectos positivos para los más pequeños. En primer lugar porque los niños aprenden a trabajar en grupo y socializar con otros niños.
Sin embargo, si sobrecargamos de tareas con a los niños, con horarios que van de las 9 de la mañana a las 8 de la tarde, se saturan y además no les queda tiempo para jugar. Se multiplican los casos de estrés infantil e incluso de de depresión.
Para evitarlo tanto nosotros como nuestros hijos debemos comprender que las actividades extraescolares están para disfrutarlas y nunca debemos considerarlas como una obligación. Lo mejor es dejar que sea el niño lo que le apetece hacer dentro de nuestras posibilidades de precios y horarios.
Según el Instituto Nacional de Calidad y Evaluación (INCE) más del 70 % de los alumnos de Primaria y más del 60% de los de Secundaria realizan alguna actividad extraescolar. Al revés de lo que ocurre en los países nórdicos, los horarios escolares en España están hechos a imagen y semejanza de las jornadas laborales de los padres.
La demanda de actividades extraescolares aumenta en las familias donde trabajan los dos padres.
Cada vez hay más variedad de actividades extraescolares. En las deportivas, además de los deportes clásicos, empiezan a a ofertarse artes marciales que ayudan al desarrollo de la coordinación, la atención y la capacidad de concentración.
La música es otra de las actividades estrellas. Menos exigente que el conservatorio, cientos de escuelas ofrecen clases de instrumentos, canto o percusión .
Para aprender expresión corporal, perder el miedo y superar la timidez están las actividades de teatro, baile y danza.
Son muchos los padres que optan por aprovechar las extraescolares en aprender idiomas o reforzar el cálculo, la agilidad mental y la lectura con el Kumon.
Lo más importante es que el niño no viva estas actividades como una prolongación del colegio. Los expertos recomiendan destinar entre una y dos horas a la práctica de las actividades extraescolares, rechazando por completo las que ocupen cuatro o cinco horas y no más de dos o tres días por semana.
No hay que perder de vista que los niños necesitan tiempo libre y para jugar a diario.