Las más veteranas de la clase de danza oriental a la que asistimos llevan siete años bailando. Sólo ellas se atreven con "el más difícil todavía", la danza oriental con elementos, en este caso el sable.
Es una complicada disciplina, que también incorpora el velo. Alumnas de entre 18 y 50 años, aprenden un baile que contribuye a tonificar, corregir postura y ayudar a superar el estrés.
Dicen ser capaces de olvidarse de los elementos que cargan y de los ojos que las miran porque se meten de lleno en los movimientos ondulantes de esta disciplina milenaria.