Hay silencios que oprimen, silencios que esconden la angustia de hechos no asimilados y silencios que duelen como el aullido más aterrador. Eva Schloss decidió enterrar en su interior todas las vivencias que la acompañaron en el camino de supervivencia del Holocausto, sin embargo no fue hasta el momento en el que abrió la caja de sus secretos que comenzó a sentirse libre.
Setenta años después del desmantelamiento de Auschwitz, la hermanastra de Ana Frank, Eva Schloss, publica su conmovedora historia en un libro de 333 páginas en el que se incluyen tanto sus recuerdos como imágenes de su infancia y fragmentos del diario de su hermanastra.
'Después de Auschwitz' está narrado en primera persona y desde su líneas se transmite el coraje, la fortaleza y la suerte que son necesarias para sobrevivir a un monstruo histórico como fue el holocausto. Sale a la venta el próximo 3 de febrero.
El libro comienza situándose en el Londres moderno en el que una madura Eva Schloss es invitada a inaugurar una exposición sobre Ana Frank e inesperadamente es llamada para pronunciar unas palabras sobre su hermanastra. Es entonces cuando esa opresión que la acompañaba durante toda su vida se liberó en forma de un torrente de palabras. Los allí presentes asistieron a una conmovedora confesión de la que ni sus hijas ni su marido eran conocedores.
Tras este episodio Eva da un giro radical en su vida se marca como objetivo un legado que de pequeña le dio su padre, fallecido en Auschwitz: "dejar huella". Eva Schloss pretende que años después de su muerte alguien descubra su historia y se "escandalice y asombre al descubrir que el mundo fue así una vez".
Pese a todas las tragedias que tuvo vivir el genocidio nazi su relato tiene tintes alegres. Schloss recuerda una infancia feliz en una Viena refinada y majestuosa. Aunque evidentemente lo vivido bajo el terror de Hitler copa la mayor parte de la historia. Eva fue capturada el día en el que cumplía 15 años: el 11 de mayo de 1944 y ocho días más tarde ella y su madre fueron incluidas en la lista de transporte a Auschwitz.
La vida cotidiana de Eva durante esos años se desenvuelve entre personas famélicas que se hacinan en barracones en condiciones infrahumanas, con las cámaras de gas como telón de fondo. Eva y su madre lograron sobrevivir al horror de Hitler un austríaco al que la hermanastra de Ana Frank compara con un "niño pobre con la cara pegada al escaparate de una bombonería mientras, en el interior, la selecta sociedad en intelectualidad de Viena lo ignoraban".
Tras la rendición de Alemania, madre e hija inician el retorno a casa junto a otros supervivientes, en este regreso donde la amistad que se forja entre su madre y el padre de Ana Frank, Otto, se consolida en una relación sentimental.
El mensaje de Eva Schloss habla de respeto y de tolerancia y su vida se presenta como el ejemplo perfecto a la esperanza que siempre es posible, "aún en las peores condiciones".