No son los diez más famosos del planeta, pero por su representatividad nos ayudan a entender la historia de la arquitectura, y en este libro lo hacen de un modo original y sorprendente. Porque un edificio no es sólo la fachada que observamos, sino también el reflejo del espacio en que se construye, observar sus lazos con la política, el sexo, el arte y la religión nos nutre de información.
A lo largo de los diez capítulos de 'De ladrillos y mortales', diez edificios representativos simbolizan esas relaciones de la arquitectura con sus habitantes y con el entorno en el que se levantan.
Su autor, Tom Wilkinson, comienza con una aproximación a la Torre de Babel: "Pese a que Babilonia y sus dioses fueron borrados del mapa siglos antes del nacimiento de Cristo, la Torre de Babel ha pervivido durante más de dos mil años, acechando nuestra imaginación en pinturas, leyendas, guerras y revoluciones".
El autor relaciona esta construcción simbólica con otros edificios, como las torres gemelas. Continúa una mezquita en Tumbuctú, con el Palazzo Rucellai de Florencia, el teatro de Bayreuth, la obra de Le Corbusier, o una fábrica de coches en Chicago. Edificios a partir de los que el autor traza una historia del mundo y del desarrollo de las condiciones de vida, de trabajo e incluso de nuestras prioridades en el orden moral y estético.
“Corre el rumor de que Oscar Niemeyer, el arquitecto más famoso de Brasil y el último gran exponente del Movimiento Moderno, diseñó este puente peatonal con la imagen en mente del culo de una mujer con bikini. Pese a que tal sería un símbolo adecuado para esta ciudad voluptuosa, Niemeyer señaló que su puente colgante con forma de tanga en realidad es una referencia directa a su diseño anterior para el sambódromo de Río, que corona la ruta del desfile que recorren los carnavales”, comenta el altor sobre el último de los diez edificios, el puente peatonal de Río de Janeiro.
En definitiva, esta relección simboliza todo aquello que nos hace humanos: poder, trabajo, arte, dinero y, cómo no, sexo.