Audrey Hepburn sufrió en primera persona la invasión nazi de Holanda, el país donde vivía, y hay quien, incluso, atribuye su delgadez al hambre que pasó. Eso marcó su carrera: se negó a interpretar en el cine a Anna Frank.
Los nazis invaden los Países Bajos en mayo de 1940. Audrey Hepburn acababa de cumplir once años y vivía en casa de su abuela, a unos 90 kilómetros de Amsterdam. "En mi adolescencia conocí la garra del terror humano", la actriz se refería a uno de sus recuerdos más terribles de aquel período: los trenes llenos de judíos camino a los campos de exterminio.
"A diferencia del resto de los países, poseía una densa comunidad de judíos de hasta 100.000 personas, la cual se había incrementado con una masa de judíos alemanes", explica José Luis Orella, un profesor de historia de la Universidad CEU San Pablo.
Es el caso de Anna Frank, otra joven de su misma edad, cuya familia procedente de Frankfurt, se refugió en Ámsterdam pensando que en Holanda estarían a salvo. Nada más lejos de la realidad, ya que todos ellos fueron exterminados.
Conmocionada por lo que veía y con tan sólo 14 años, Audrey Hepburn decidió actuar contra los nazis: comenzó a bailar para recaudar fondos e incluso ayudaba a esconder a un paracaídista británico. "El colaborar con la resistencia, suponía con toda seguridad la pena de muerte", añade el profesor.
La guerra dejó huellas a Audrey de por vida. Una extrema delgadez, tras haberse alimentado de bulbos de tulipán, que parajodicamente la convirtieron en un icono de la moda y del cine.
Pero nunca olvidó todo ese sufrimiento. Prueba de ello, es que siendo ya una estrella, rechazó interpretar a Anna Frank en el cine a pesar de pedírselo el propio padre de Anna. Hepburn afirmó que no podía ya que para ella es como si fuera su hermana.
