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FIGURA DEL TOREO EN LA DÉCADA DE LOS 70, 80 Y 90

Fallece a los 61 años el ex matador José María Manzanares padre

El ex matador alicantino José María Dolls Abellán 'Manzanares', gran figura de los 70, 80 y 90 y padre del torero del mismo nombre y del rejoneador Manuel Manzanares, ha muerto este martes "por causas naturales" en la finca que posee en la provincia de Cáceres.

El torero retirado José María Manzanares ha fallecido "por causas naturales", según un comunicado de la oficina de prensa de su hijo Jose María, que expresa, junto al resto de su familia, su enorme tristeza por la "inesperada pérdida" del diestro, al que se sentían "muy unidos".

En la nota, sus hijos Ana María, Yeyes, Manuel y Jose María, también torero, comunican que José María Dolls Abellán, ha fallecido hoy "en su finca de Extremadura por causas naturales". "Su familia recuerda en estos momentos al maestro, que forma parte ya de la historia más grande de la tauromaquia, pero sobre todo al padre cariñoso y cercano que fue", añade el comunicado.

Tres décadas como figura del toreo
José María Manzanares Dolls Abellán nació en Alicante en 1953 y debutó como novillero en Benidorm el 24 de mayo de 1970. Recibió la alternativa en Alicante el 24 de mayo de 1971 con Luis Miguel Dominguín como padrino y El Viti de testigo. Se cortó la coleta tras haberse retirado y reaparecido varias veces en 2006.

Era hijo del banderillero Pepe Manzanares y es padre del también torero José María Dolls Samper 'Manzanares', que le cortó la coleta en su despedida del mundo de los ruedos y del rejoneador Manolo Dolls Samper, conocido como Manolo Manzanares.

José Mari Manzanares padre es el torero que ha lidiado más toros desde el siglo XX, al superar en 1997 las 1.700 corridas y uno de los toreros que más corridas ha toreado en toda la historia de la tauromaquia.

Referente del toreo de calidad
El diestro retirado José María Manzanares, fue durante tres décadas de carrera uno de los mayores referentes del toreo clásico de más calidad. Nacido en Alicante el 14 de abril de 1953 aprendió desde muy niño los fundamentos de la tauromaquia.

Debutó de luces en la plaza jiennense de Andújar en 1969, vistiendo un traje blanco y plata que había sido de Palomo Linares, y pronto comenzó un rápido ascenso que le situó como figura de los novilleros, junto al gaditano José Luis Galloso, y que culminó con su salida a hombros en su presentación en Las Ventas, el 6 de junio de 1971.

El inmediato día de San Juan tomó la alternativa en su Alicante natal, de manos de Luis Miguel Dominguín y en presencia del Viti, que le cedió la muerte de un toro de Atanasio Fernández, al que Manzanares cortó el rabo.

Desde entonces, su larga carrera de matador de alternativa estuvo marcada por cimas y simas, desde sus grandes triunfos en Madrid a finales de los años setenta, cuando estuvo siempre en cabeza del escalafón, hasta el anuncio de la que fue una breve retirada en 1989.

Autor de faenas memorables en todo ese tiempo, especialmente en Sevilla, plaza de la que fue uno de los toreros predilectos, Manzanares sufrió entonces duras campañas en su contra en la prensa taurina más radical. Reaparecido el invierno siguiente, el diestro alicantino consiguió ya en 1993 su cuarta salida a hombros en Las Ventas, después de trece años sin pasear una sola oreja a pesar de ostentar, con 61, el récord de actuaciones en el coso madrileño.

Tras una nueva despedida en el 96, aún volvió a torear el año 2000, para retirarse ya definitivamente el 1 de mayo de 2006 en la Maestranza de Sevilla, donde su hijo del mismo nombre, también matador de toros, le cortó la coleta.

Heredero estilístico de los grandes clásicos de los años cincuenta y sesenta, y en especial de Antonio Ordóñez y Paco Camino, Manzanares fue el mayor referente del toreo de calidad durante los años de la Transición política española, pero una cierta desgana competitiva le impidió llegar tan arriba como los modelos que guiaron su concepto.

El desprecio por las estadísticas y la regularidad hicieron que su excepcionales condiciones no se concretaran en una figura de época. Su verdadera ambición personal, la que le convirtió en un icono del toreo de finales del siglo XX, se centraba únicamente en el sentido artístico de la tauromaquia, obsesionado, no sin cierto narcisismo, por la profundidad y la perfección técnica y estética, concebidas como un fin y no como un medio.

Con una férrea disciplina interna, oculta tras su aire y actitud bohemia, José María Manzanares, padre, ha sido, en sus grandes tardes, uno de los toreros más deslumbrantes de las últimas décadas, siempre ajeno a modas y exigencias comerciales.

Al margen de su relación de amor y odio con Las Ventas, de las campañas en contra de cierta parte de la crítica, de sus constantes cambios de apoderamiento y de sus demonios internos, su clase y su virtuosismo técnico hicieron de su clásico estilo

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