"Adeus, ríos; adeus, fontes;
adeus, regatos pequenos;
adeus, vista dos meus ollos:
non sei cando nos veremos".
Así es cómo describía Rosalía de Castro en su obra “Cantares Galegos” su tierra, Galicia. Guiados por sus poemas nos acercamos a Brión.
Y si hay un lugar que la poetisa inmortalizó es este gracias a su poema Campanas de Bastavales, que, instaladas en 1828, se podían oír desde casi cualquier punto del valle de la Mahía.
Desde una aldea cercana Rosalía escuchaba las campanadas de esta iglesia “cuando os oigo tocar me muero de añoranza” escribió. A día de hoy todavía se puede disfrutar del sonido de esas campanas, sobre todo en ocasiones especiales en las que con un poco de suerte escuchamos como el campanero las hace “bailar” a ritmo de muiñeira.
La iglesia, de mediados del siglo XVIII está construida sobre un templo románico anterior. Está orientado a occidente para poder así divisar las torres de la catedral compostelana. Con tan solo girarnos disfrutamos de una de las más espléndidas panorámicas de este valle.
Patrimonio insólito que continuamos en las torres de Altamira. La fortaleza se construyó en el siglo IX sobre los restos de un castillo celta. Esta fortaleza fue escenario de las luchas entre los nobles y el clero.
Pero hablar de Brión es hablar de Santa Minia. Sus reliquias pueden ser visitadas en la iglesia parroquial situada en esta carballeira. Este lugar ha sido el escogido, desde hace siglos, para las reuniones de vecinos, fiestas, mítines…dicen que si los carballos o robles hablasen…¡cuánto tendrían que contar!.
A la hermosura de este lugar se le añadió una fuente dedicada al dios Hermes o Mercurio, dios del comercio, en referencia a las ferias que comenzaron aquí a principios del siglo XX.
En este rincón nos encontramos con Galicia en estado puro. No lo olviden, estamos en Brión.
