El motivo de la inclinación de los edificios puede estar en la calidad del terreno o en una mala cimentación. Pero estos fallos tienen tirón turístico. Se podría decir que han hecho de la imperfección virtud.
La Torre de Pisa es la más conocida y fotografiada por su perfil inclinado. Pero con sus cerca de cuatro grados de desviación, no es la torre más inclinada del mundo. La lista la encabeza la capilla alemana de Suurhusen, construida en 1450 sobre un humedal. En los Alpes Suizos se encuentra otra casi igual de inclinada, la torre medieval de Saint Moritz. La causa más frecuente de estas inclinaciones es la desigualdad del terreno, pero estos edificios se mantienen en pie durante siglos. "Es un proceso muy lento que puede durar cientos de años. Pero una vez que comienza es muy difícil pararlo", asegura el arquitecto Ricardo Aroca.
En España el más representativo es el templo de San Juan de los Panetes, en Zaragoza, ligeramente inclinado hacia el Pilar. El último en incorporarse al club ha sido el Big Ben, con apenas 0,26 grados hacia el noroeste. Aroca explica que "aunque la inclinación es muy pequeña, los turistas se han dado cuenta. Eso se debe a nuestro gran sentido interior de la verticalidad".
Una aparente imperfección que ha terminado convirtiéndose en atractivo. Las Torres Kio, en Madrid, fueron las primeras en construirse intencionadamente inclinadas. Con 18 grados de inclinación, el Capital Gate en Abu Dhabi es el último y hasta ahora mayor desafío arquitectónico a la gravedad.