La Carta de Amor a Galicia que se ha hecho viral

¿Quién no ha sentido morriña en alguna ocasión? Un vídeo emotivo, que se ha hecho viral en las redes sociales, explica lo que tiene Galicia como destino especial y por qué es una propuesta que marca a muchos visitantes que deciden conocer esta tierra.

“Galicia es como llamar de mil formas al agua y una sola a la luz”. “Galicia es un lugar gris en donde todo puede pasar”. "Inventamos la nostalgia melancólica, le pusimos nombre, y la morriña se volvió verbo y pasó a pertenecer al mundo entero”.

Mejor carta de presentación imposible. La revista de viajes Condé Nast, Traveler ha querido ensalzar la naturaleza, la gastronomía y, sobre todo, la forma de vivir de los gallegos. Con un emotivo vídeo, que ya se ha hecho viral, hace un repaso por distintos lugares de esta tierra gallega, Fisterra, los Cañones del Sil, las Rías… Rincones para contemplar durante horas, para perderse y, lo que es más importante, para encontrarse de nuevo.

Una forma de vivir y de sentir

Pero además, esta revista especializada en viajes da un paso más. Vincula este territorio a una cultura, a un sentimiento, en definitiva, pone en valor la experiencia completa que encontrará el que decida visitar esta “nevera del mundo” donde “el tiempo es un estado mental”.

“Galicia es un lugar gris en donde todo puede pasar”

El autor es el fotógrafo y periodista Rober Amado, que ha visto su creación compartida en redes sociales en infinidad de ocasiones. En apenas 24 horas el vídeo sumaba ya 550.000 reproducciones en Youtube, y la cifra sigue subiendo.

La historia del delfín y el mariscador de navajas que se hicieron amigos en la Ría de Noia sirve de inicio para esta carta, es el primer ejemplo de que “Galicia es un lugar gris en donde todo puede pasar”.

Una tierra marcada por la emigración, que sabe bien de despedidas. Tanto que incluso tiene lugares especiales para ellas. Rober Amado decide en su carta hacerlo desde Fisterra, el fin del mundo. “Nos despedimos en el fin del mundo desde lo alto de una piedra, al lado de un faro, en donde acaba un peregrinaje que te lleva a una catedral que lleva ocho siglos viéndote llegar fatigado y con llagas en los pies, sonriendo, porque te has dado cuenta de que el camino no ha hecho más que comenzar”.