La chef María Marte llegó a España sin apenas formación en cocina y dispuesta a lavar platos. Su único contacto con la gastronomía es en la pequeña casa de comidas que tenían sus padres en su pueblo de República Dominicana. Sin embargo, observa, pregunta y trabaja hasta que llega su oportunidad: "Me propusieron pasar a la cocina sin dejar de fregar. Fue muy duro, me pasaba el día aquí".
Tenía 24 años, en casa le esperaban 3 hijos y a esa situación se le sumaba la dificultad de ser una mujer y extranjera en un mundo de hombres. Admite que vivió pequeños actos de racismo, porque era extranjera, negra y no tenía ningún título.
Con su talento ha conseguido ganar dos Estrellas Michelin, pero el sacrificio y la dedicación para estar siempre al pie del cañón hicieron que no estuviera junto a su hija cuando sufrió una parálisis facial. "Fui la ultima en llegar al hospital y fue una pena. Debí haber colocado a mi hija como prioridad", cuenta.
Ahora ha reordenado sus prioridades. Con un premio de 50.000 euros que acaba de recibir, lo deja todo para abrir una escuela gastronómica para niñas y jóvenes maltratadas en Jarabacoa, su pueblo.