Novela

Laura Santolaya publica su primera novela, 'Bomba de humo': "El desequilibrio forma parte de una vida equilibrada"

Laura Santolaya (P8ladas) publica 'Bomba de humo', el viaje de una treinteañera lleno de ironía, humor y reflexiones sobre la madurez.

Laura Santaolaya, autora de 'Bomba de humo'

Laura Santaolaya, autora de 'Bomba de humo' Laura Santaolaya

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Igual que detrás del periodista de apariencia torpe y despistada llamado Clark Kent se esconde Superman, de forma parecida detrás del personaje de 'P8ladas' se ha escondido durante muchos años Laura Santolaya. Esta pamplonesa trabaja durante el día en una agencia de publicidad de Madrid. Y por las noches -”duermo poco y me las apaño con mucho antiojeras y mucho café”- se pone la capa de humorista gráfica y se dedica a mirar el mundo con el antifaz del humor y la ironía. El personaje de P8ladas ha sido su álter ego desde sus comienzos con un blog en 2008, “pero luego se convirtió en un personaje en sí mismo”. Un personaje con el que llegaron los los libros 'Los lunes me odian' (2014), 'Crónicas de la adolestreinta' (2015), 'Prohibido escuchar canciones ñoñas' (2017) y un cómic 'Diremos que nos conocimos en un bar' (2019).

Con la llegada de la pandemia y de algún que otro “bache” personal, Santolaya decidió cambiar el paso en su carrera y se puso escribir su primera novela, 'Bomba de humo'. En esta obra a través de Lena, un personaje que tiene mucho de ella misma, reflexiona sobre algunos temas profundos como la madurez, las convenciones sociales, la amistad o el amor. Todo, eso sí, con una sonrisa, humor negro e intentando desdramatizar la incertidumbre en la estamos, en gran parte, asentados. Digamos, el chiste es fácil, que 'Bomba de humo' también tiene algo de “Bomba de humor”. Y de fondo una Grecia menos conocida de playas nudistas en Antiparos, vino retsina, baklavas y música de The Doors, Nina Simone o el grupo navarro El columpio asesino.

De P8ladas a Laura Santolaya , ¿cómo das el salto de las viñetas a tu primera novela?

Mis editores querían que publicase un nuevo libro y me propusieron varios temas y, entre ellos, había varios libros ilustrados. Pero también me dijeron: “Oye, ¿por qué no escribes una novela?”. Y recuerdo que, después de pensarlo unos días, le dije a mi editor: “Lo que más miedo me da es enfrentarme a una novela… ¡Así que vamos a hacer una novela! “

Era adentrarse en un género con otras posibilidades, ¿no?

Es cierto que dónde más cómoda me siento es dibujando, pero también el personaje de P8ladas se me queda un poco corto para tratar ciertos temas. Llevo mucho tiempo con ese personaje y necesitaba evolucionar un poco. Hacerlo con P8ladas era quizá un poco naif. Necesitaba más profundidad y otro personaje. Y ese personaje es Lena, la protagonista de la novela.

¿Cuánto hay de ti en esa protagonista? ¿Es muy autobiográfica 'Bomba de humo'?

Sí, hay mucho de mí en el personaje, hay mucha realidad, pero también mucha ficción. Este personaje de Lena tiene más de mí que P8ladas, que empezó siendo mi alter ego pero luego se convirtió en un personaje en sí mismo. Y este nuevo personaje de Lena se puede parecer más a mí o a cualquier mujer de hoy en día. Siempre la imaginé y la escribí como esa amiga que me hubiera gustado tener.

La crisis del paso a la vida adulta

Lena decide hacer una “bomba de humo”, quitarse de en medio en medio de una crisis personal ¿Cómo es esa crisis que sufre?

Es la crisis del paso a la vida adulta, cuando te das cuenta de que tú misma y todo tu entorno se ha vuelto demasiado serio. Parece que la madurez tiene que ser algo serio, como rollo, aburrido… Llegas a la madurez y tienes que tener ya una vida estable, un trabajo, una familia y una casa. Me choca eso porque parece que la madurez a veces es sinónimo de dejar de divertirse y, esa sensación es lo que le da miedo a la protagonista de mi novela, convertirse en una persona un tanto gris, un poco coñazo.

¿Se siente un poco desubicada y por eso decide irse de viaje?

Se siente desubicada porque hay muchas maneras de madurez para ella, pero la más común, la socialmente más aceptada es esa que te dice que te tienes que comprar una casa, que tienes que tener un trabajo estable, que tienes que vivir en familia, y que tienes que dejar de salir a tomar copas. El personaje de Lena se encuentra en una crisis porque le pasan una serie de cosas y se pregunta “¿qué voy a hacer el resto de mi vida?” “¿qué es lo que me gusta?”, y así empieza el detonante de lo que es un viaje que ella decide hacer sola a Grecia.

¿Y por qué Grecia para esa escapada?

Grecia fue uno de los últimos viajes que hice antes de la pandemia, y este libro lo escribí durante ella. Me apetecía volver -además no se podía viajar mucho- y recordar ese viaje que fue tan especial.

Me gustó mucho la Grecia que descubrí entonces, porque no es la clásica de Santorini, de Mykonos, las islas más conocidas, con sus casitas blancas, las buganvillas y las sillas azules. La Grecia que se muestra en la novela es la de la isla de Antiparos, que es una isla muy pequeña, de apenas 12 kilómetros de largo, y que muestra una Grecia que no es la del musical “Mamma Mia”, o de las películas romanticonas, que es lo que nos transmiten la cultura griega en el cine. Esta es una Grecia más auténtica.

¿Dirías que el retrato de lo que le pasa a Lena es también un retrato generacional?

Me cuesta decir eso porque hay muchos tipos de retratos dentro de una generación. Sí que quería mostrar que hay distintos tipos de vivir la vida, que también son válidas, aunque socialmente parezca que tienes que adaptarte a una serie de moldes y que, cuando te sales de ellos, parece que no encajas en ningún sitio. Y nos solemos sentir un poco desubicados.

Pero hay otros temas de calado…

Me parecía importante tratar el tema del autocuidado, de la inteligencia emocional y otros temas emocionales que, al menos a gran parte de mi generación, no se nos han enseñado. No nos han dado las herramientas para cuidarnos, para reflexionar, para parar. Y yo siempre he vivido de una forma muy frenética y me apetecía tratar este tema.

Y todo sin que falte tu sello del humor, ¿verdad?

Sí, no quería que me saliese una novela muy profunda, de esas que cuando la cierras dices "Joder, me voy a cuestionar hasta mi marca de pasta de dientes". Quería hacer cierta reflexión, la he ido haciendo mientras iba escribiendo, pero evidentemente un ingrediente fundamental de la novela, que forma parte de mi personalidad, es el humor. No soy una persona que me suela poner seria, me gusta tratar estos temas un poco más intensos desde un punto de vista divertido. Ese el trasfondo de la novela: en la vida hay sufrimiento, hay dolor, hay cosas terribles que pasan pero también nos lo pasamos bien, también nos tenemos que divertir, y si algo he aprendido de todo esto es que me encanta reirme de todo incluso de las peores cosas que me pasan. Y la gente va a encontrar mucho eso, mucha ironía, humor negro y cierta mala leche también.

¿Qué receta o solución crees que puede sacarse del libro ante esa crisis vital?

Esta novela la he escrito en un momento complejo de mi vida, en el que he tenido algunos “bachecillos”, y si he aprendido algo es a hacer cosas nuevas, a conocer gente nueva, a hacer cosas que me gusten. Ya estoy cansada de hacer cosas por compromiso. Voto porque cada uno haga lo que le dé la gana -siempre y cuando no perjudique a los demás, obviamente-. Probar un deporte nuevo, un hobbie nuevo, hacer un viaje solo, como la protagonista, emborracharte si es lo que necesitas...Creo que vivimos a veces encorsetados y quizá el desequilibrio forma parte de una vida equilibrada.

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