Literatura

Lorenzo Silva mete a sus agentes a investigar crímenes en pleno confinamiento

El autor presenta "Las fuerzas contrarias", la nueva novela de la serie protagonizada por los agentes de la UCO Bevilacqua y Chamorro

Lorenzo Silva mete a sus agentes a investigar crímenes en pleno confinamiento

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"El lugar era una cafetería semivacía y desangelada al costado de una gasolinera, los tres estábamos viviendo algo que no se nos iba a olvidar nunca". Es una de las primeras frases de la nueva novela de Lorenzo Silva protagonizada por los guardias civiles Bevilacqua y Chamorro. Y ese algo que no se les iba a olvidar nunca comenzó a verse en el televisor de ese local. Un circunspecto Pedro Sánchez anunciaba, desde el palacio de La Moncloa, el estado de alarma y el confinamiento que iban a comenzar al día siguiente. Quienes miraban ese discurso desde una gasolinera de la autovía de Extremadura eran tres guardias civiles de la Unidad Central Operativa (UCO).

"Las fuerzas contrarias" es el decimocuarto título de la serie de Bevilacqua y Chamorro. Estos días se cumplen treinta años desde que Silva creó estos personales para su novela "El lejano país de los estanques", aunque le costó casi tres años que alguna editorial se la publicara. Ahora son miles los lectores que esperan cada nueva entrega de una de las series más exitosas de la literatura actual española. "Llevo tres décadas en compañía de estos dos amigos imaginarios", nos recuerda Silva mientras charlamos en el cuartel de la Guardia Civil de Illescas, en Toledo, donde se desarrolla parte de la trama.

Crímenes en pandemia

Por primera vez, estos dos agentes imaginarios de la UCO investigan dos crímenes de manera simultánea. Uno de ellos gracias a la perspicacia de un agente de la Policía Judicial del cuartel de Illescas. Extrañado por la muerte de una mujer ya anciana en una casa de este pueblo ubicado en el límite entre Toledo y Madrid, es casi ya una ciudad por la emigración forzosa de miles de madrileños en busca de precios asequibles, avisa a sus compañeros de la UCO. Es la tercera muerte de un persona mayor en el mismo bloque en pocos días. Dos se achacaron al virus de la Covid, pero tres ya eran demasiados como para no desconfiar.

"Aquí hay una oportunidad que brindó la pandemia", nos explica Silva". "Hubo muchas muertes que se certificaron desde el portal, sin que los médicos siquiera llegaran a examinar los cadáveres, eso daba una oportunidad a quien pudiera tener una cuenta pendiente o una mala idea, poder camuflar una muerte en medio de esa mortandad generalizada que teníamos", añade. Por eso los agentes se empeñan como algo personal en resolver este crimen en condiciones muy complicadas, con todo el mundo encerrado en sus casas, también los posibles asesinos, y las calles vacías. "Hacer seguimientos o vigilancias en una calle donde no pasaba nadie y donde cualquier persona llamaba la atención por muy encubierto que estuviera", añade el autor.

Crónicas de un tiempo

Los libros de Silva no son sólo novela negra o policíaca. También son crónicas del tiempo en que vivimos. El terrorismo de ETA, el "procès" independentista catalán y, esta vez, la pandemia, han sido el telón de fondo de algunas de estas historias. El lector no sólo sigue con tensión una investigación policíaca, también se sumerge en un contexto social y político que, aunque reciente, no siempre se recuerda adecuadamente.

Lorenzo Silva se pasea por soltura por el cuartel de la Guardia Civil de Illescas donde casi todos los agentes le conocen. No por casualidad, Silva es vecino de Illescas y lo que veía a diario le dio las ideas básicas para la trama de esta novela. Los agentes de la UCO, en la ficción, centralizan su investigación en este acuartelamiento junto a sus compañeros aquí destinados. Y siguen a distancia la investigación de otro crimen. Aunque, como toda novela, la trama es ficción, ese otro crimen se inspira en la desaparición y asesinato de Manuela Chavero, una mujer asesinada en Monesterio (Badajoz) y cuya investigación todos pudimos cubrir profesionalmente y seguir durante años en los medios de comunicación. Silva es tajante: "Yo no hago true crime, yo no escribo sobre crímenes reales, por muchas razones, entre otras porque no me permitiría desarrollar la trama hasta todos los extremos necesarios sin violentar una intimidad que no me pertenece", señala el autor. Aunque en muchas de sus obras es claro qué crimen pudo servirle de inspiración para algunas tramas.

En tierras de El Quijote

Silva acostumbra a poner títulos enigmáticos a sus novelas de la serie de Bevilacqua y Chamorro. "Es casi una marca de estilo de la serie que el sentido del título se descubre en el epílogo de la novela", explica. Me atrevo a preguntarle por el sentido de "Las fuerzas contrarias" sin que desvele demasiadas claves a los futuros lectores. "Son esas fuerzas contrarias que, con ocasión de la pandemia, afloraron y nos hicieron ver que teníamos que enfrentar más enemigos de los que a lo mejor teníamos contabilizados". Y añade. "Cómo la pandemia tuvo un efecto transformador sobre nuestras vidas, sobre nuestra percepción de nuestra propia sociedad y sobre la percepción de nosotros mismos". Prefiero no preguntarle sin cree que salimos mejores.

¿Por qué los amantes de esta serie de novelas deberían leer la que se presenta ahora?, pregunto a Silva. "Quizá es la novela en la que los dos protagonistas, él y ella, Rubén Bevilacqua y Virginia Chamorro; son más el centro de la historia y también su relación. cómo trabajar juntos durante tantos años conforma a dos personas y conforma su relación", contesta. Además, es quizá la historia en la que más salta a la vista el aire un poco quijotesco de su protagonistas, precisamente en estas tierras, a sólo unos pasos de donde se supone que Cervantes escribió gran parte de El Quijote.

Si "Las fuerzas contrarias" comienza en un momento que todos recordamos, el final también tiene su contexto en unos días que fueron especialmente agitados y que todos recordamos. No voy a adelantar nada a los lectores, aunque algunos quizá acaben echando mano de la hemeroteca. Pero una de las frases finales del libro resume con rotundidad algo de lo que ocurrió. "Quienes mandan en este siglo nuestro no tienen piedad con quien se les resiste", sentencia Bevilacqua. Pues eso.

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