Cinco orejas en la tarde, sin embargo, poco para el recuerdo, hoy, en la segunda corrida de la Feria de Invierno, en la madrileña plaza de Vista Alegre, donde lo mejor de la corrida corrió a cargo de Juan Mora, paradójicamente el único que no salió a hombros. F
- Siete toros -Juan Mora lidió un sobrero de regalo- de Núñez del Cuvillo, desiguales de presencia, algunos muy escasos de todo, como el cuarto, sin apenas pitones, y de poco juego salvo el manejable quinto y el encastado sexto, éste premiado con una más que exagerada, inexplicable vuelta al ruedo en el arrastre. Juan Mora: estocada algo trasera (gran ovación tras petición de oreja); casi entera tendida y caída (silencio); y estocada y descabello (oreja). José Antonio "Morante de la Puebla": estocada (ovación tras leve petición); y pinchazo y estocada (dos orejas). Manuel Jesús "El Cid: estocada trasera (silencio, y abucheo "al palco"); y estocada caída y tendida (dos orejas). En cuadrillas, destacaron con las banderilla "Alcalareño, hijo" en el quinto y Javier Palomeque en el séptimo. La plaza tuvo más de tres cuartos de entrada.
La personalidad de Mora
Siguen los despropósitos en Vista Alegre, como en la víspera, consecuencia de la desorientación en "el palco" y las ganas irrefrenables del tendido por ver la magia y lo imposible en una misma composición. Un presidente distinto del que había actuado el día anterior, también ejerciente en Las Ventas, lo que en teoría debería ser una garantía para que la corrida transcurriera por los cauces de la normalidad. Pues, no.
Hubo confusión con el usía, por los pañuelos que sacaba, o escondía nada más sacar, sin dar tiempo al público a conocer el premio final, como pasó con las dos orejas a Morante en el quinto, y lo mismo con otros dos apéndices para "El Cid" en el sexto. También la vuelta al ruedo a este sexto, de alucine, sin que nadie la pidiera, y sobre todo porque el comportamiento del toro no fue nada ejemplar ni merecedor de tal honor.
Hubo doble trofeo para "Morante" a pesar de un pinchado previo a la estocada definitiva. Como al "Cid" le dieron otras dos orejas en el siguiente, el sexto, después de una faena de cierta profundidad por momentos, pero en la que primaron las prisas, y lo prueba que las series resultaran demasiado cortas, de tres a lo sumo y el de pecho. Mora se llevó la oreja del séptimo, un toro incómodo, soso y de cortas embestidas, al que le buscó la vueltas en las cercanías, casi traicionando su estilo. Pero lo mejor de la función había llevado ya la firma de Juan Mora en el que abrió plaza.
El recibo de capote y la forma de dejar al toro en el caballo, las probaturas con la muleta en forma de trincheras, la marchosería en lo fundamental. Finura y hondura. Lástima que el toro no permitió continuidad. Aquí la petición de oreja estuvo en el límite. Se notó la frialdad de abrir plaza. El cuarto, simplemente sin opciones. Corrida, por tanto, de desconcierto y confusión, y también y a pesar de las cinco orejas, de mucho desencanto.